Turinenses
La alusión es transparente y no exige demasiadas aclaraciones. Rene Magritte pudo escribir sobre el cuadro de una pipa que no era una pipa. Michel Foucault se dedico a comentar en abime de que se trata este efecto de desdecir lo dicho. Esta vez estamos hablando de una ciudad, por la que los muchos que la visitamos por primera vez este fin de semana no dábamos un mango, pero que resulto ser no una pipa sino dos pipas cuando no «n» pipas.
Como ya lo anticipamos, se trata de la ciudad de Turín un punto en el mapa que por décadas imaginábamos la imagen devaluada de Milán. Sabíamos algo de Turín. Obviamente que era la ciudad estrella donde la Fiat habia cambiado a Italia, que había dado un senador vitalicio desde 1991 como Gianni Agnelli fallecido en el 2003, pero no mucho mas.
Y la imaginábamos como una ciudad horrible, desalmada, chimeneas humeantes como corresponde a cualquier ciudad industrial, entre las que se destacan Manchester y Detroit, y en ese listado cabe fácilmente una mención a Turín.
No sabíamos nada y hablamos pavadas como lo hacemos de costumbre. No sabíamos por ejemplo que Nietszche había vivido una larga temporada en la ciudad, hasta volverse loco la mañana del 3 de enero de 1889, lo que quedo atestiguado en una obra reciente como Nietzsche in Turin: An Intimate Biography de Lesley Chamberlain traducida al castellano hace un par de años
No sabíamos que Emilio Salgari, el Julio Verne italiano, paso gran parte de su vida en Turín (desde 1894 hasta su suicidio en 1911 -como su padre que se suicido en 1889, y su hijo que lo haría en 1931 ) sin haber conocido jamas la India, aunque en realidad invento a Sandokan y a sus piratas como si hubiese vivido toda su vida alla.
No sabíamos que Gianni Vattimo -que nació en Turin en 1936, se graduó en su universidad en 1959 y sigue dictando clases de filosofia allí- vivía a pocas cuadras del simpático Le petit hotel donde nos alojamos durante tres noches.
Tampoco sabíamos que en las plazas de Turín en la década de los años 20 Antonio Gramsci arengaba a las masas y que los consejos obreros convirtieron a esta ciudad en una emulación de la Comuna Parisina. No casualmente Gramsci fundo el partido comunista italiano en 1921 en Turín -y allí tiene hoy su sede la fundación Antonio Gramsci
Metamorfosis urbanas
Pero mucho menos sabíamos que hace rato que la Fiat prácticamente ha dejado de tensar el pulso de la ciudad con sus tres turnos escalonados, que su fabrica original es hoy el lugar donde la semana que viene tendrá lugar la Feria del libro, y que Turín en su conjunto se ha convertido en una bellisima ciudad que atrae turistas muy selectos y que puede competir sin problemas con muchas ciudades y pueblitos aledaños en encanto, pintoresquismo, pero sobretodo productos regionales que han convertido al Piamonte no solo en la capital mundial de la Slow Food (después de todo esa asociación nació en 1986 en Bra a pocos km de Turin ) sino también en un increíble ejemplo de turismo gastronómico del que tenemos tanto que aprender.
Sin embargo habría de pasar mas de un largo día desde nuestro arribo para que aprendiéramos muchas de estas cosas. Igual el bautismo de conocimiento de la ciudad no pudo haber llegado de mejor manera como visitar al increíble Museo nacional del Cine en la Mole, un alucinante edificio que durante largos años fue una frustrada sinagoga mayor y que termino en el 2000 alojando a la increíble colección de obras coleccionada durante toda su vida por la señora María Adriana Prolo, y que después de deambular por distintos edificios públicos de mayor o menos valía terminó relanzada en este extraño e irrepetible edificio.
La Mole es una cúpula impresionante que a lo largo de decenas de metros solo aloja aire y volutas. Paredes iluminadas acompañada de una música celestial, pero el contenido esta en los pisos inferiores, en las salas y las dos pantallas gigantes que celebran el templo del cine, en la decenas de pantallas que saludan tematicamente las principales etapa del cine mundial, en las increíbles colecciones de la arqueología del cine que sin parar despiertan el asombro y la alegría y sobretodo en el diseño del restaurante y de los distintos espacios que no tienen nada que envidiarle a los mejores restaurantes de Palermo Hollywood.
Como hicimos una visita casi guiada por nuestros anfitriones turinenses los Silvio & Silvia Amici pudimos enterarnos de muchos entretelones y apreciamos un Turin, y en este caso, un Museo del Cine visto desde dentro que tiene mucho que enseñarnos, así que resumamos las principales cosas que vimos y que merecen ser contadas…
El backstage del Museo del Cine
La construcción del edificio, destinado a sede del templo hebreo que nunca seria finalmente, se empezó en 1863, siendo un proyecto de Alejandro Antonelli. Como generalmente pasa con estos proyectos elefantiasicos las vicisitudes financieras y las polémicas respecto a su estabilidad, se concluyó tan sólo en 1889. La construcción, rarisima como la foto testimonia palidamente tiene 167 m de altura es utilizada a partir de Julio de 2000 como sede del nuevo Museo Nacional del Cine y esta agujereada por un ascensor panorámico que permite llegar hasta la aguja en un paseo fantástico.
En cuanto al museo en si consta de 3.200 metros cuadrados y esta articulado en cinco niveles: la Arqueología del Cine, la Maquina del Cine, la Colección de los Manifiestos, las Video instalaciones y la gran Aula del Templo.
Quizás lo mas llamativo del museo son los objetos de la increíble colección de la Fondazione Maria Adriana Prolo: linternas mágicas, cajas ópticas, fotografías, diseños, bocetos y muchisimo otros objetos curiosos así como la colección Barnes adquirida en 1994 con sus 100 linternas mágicas y mas de 1000 vidrios de proyección.
No casualmente Italia es el paraiso de los museos, pero entrar a Turín a través de esta maravilla habría de dejar huellas imborrables en todo lo que veríamos y algunas cosas que nos perderíamos de ver (como el Museo egipcio y el Papiro de Artemidoro) en esos días maravillosos.
Una visión complementaria de Carlos Scolari quien gestó nuestra venida a Torino y Vic
Turín, a caballo entre el siglo XIX y XX, era casi tan fuerte -intelectualmente hablando- como Viena. Además de Nietszche y Salgari, en esa época circulaban por sus calles tipos extraños como Cesare Lombroso -el psico-antropólogo que coleccionaba «mirabilia» de los criminales e inadaptados- o Edmundo de Amicis (remember «Cuore» y «De los Apeninos a los Andes»). Ya en la segunda mitad del siglo XX la ciudad tuvo una gran actividad intelectual -sobre todo alrededor de la editorial Einaudi- con nombres que enriquecieron el debate italiano e internacional. Tres botones de muestra: Norberto Bobbio, Italo Calvino y Primo Levi.
Por alguna casualidad he llegado a tu blog, y no sabes lo que me alegran tus comentarios. Estoy estudiando en Torino y aquí resido desde ya casi hace un año. Estoy enamorado de la ciudad y vine pensando lo mismo que tú. Espero que hayas disfrutado de esta bella pero vergonzosa ciudad, que no se deja ver demasiado por los libros de turismo. Un saludo.