1. La cultura de la mentira (1)
Al ser parte (generadora) de una cultura de la mentira, el copyright no nos afecta a los argentinos o latinoamericanos como si sucede en otros lados. Cuando el uso ilegal del software es tanto la norma como la excepción (justificada actualmente mas que nunca por la devaluación salvaje de enero del 2002), cuando los gobiernos provinciales emiten cuasimonedas impagables, cuando nos declaramos unilateralmente en default (pero no como resultado de un programa económico de reactivación sino respondiendo a las presiones y a las coimas de los lobbies de turno) la problemática del copyright nos parece terriblemente lejana, e intranscendente.
Pero eso es especialmente así cuando predomina la economía informal. Porque cualquier país que se crea medianamente serio encuentra en las leyes del copyright (que son las de las ideas) el abc de su lógica de supervivencia (2) .
Lo curioso del asunto es que lo mismo que nos salva, recetado en dosis letales nos mata. Y así esta pasando con el copyright que de protección debida para con las ideas se ha convertido en una mordaza y un cepo dando lugar a monopolios cada vez mas predatorios como Microsoft, permitiendo imaginar un futuro ominoso como en las peores distopias de ciencia-ficción de clase B.
Para quienes duden de que el copyright (la privatización desmedida) de las ideas es la verdadera encarnación del Gran Hermano de Orwell, remitimos a la última obra de Lawrence Lessig The future of ideas. The fate of the commons in a connected world (Random House, 2001).
Porque la tesis de Lessig es tan concisa como contundente. En un mundo conectado lo bueno es cada vez mas bueno, pero lo malo es cada vez mas malo. Y lo mas malo que está pasando en Internet es que precisamente su valor mas troncal, a saber la gratuidad de circulación de contenidos se está trastrocando gracias a la varita mágica (envenada) de las leyes del copyright en un reino del control y finalmente la muerte (de todas las ideas no monopólicas).
La fuerza de las ideas
La fuerza de una tesis no esta tan sólo en su formulación, descarnada y contundente, como en este caso, sino sobretodo en la argumentación y en la exploración de sus bordes y contornos, y sobretodo, mas allá de las desesperanzas que este recorrido puede suponer, en las estrategias y los innuendos que se pueden llegar a imaginar para que la silueta no se convierta en destino.
Es por ello que conviene explorar en cierto detalle los peligros que nos amenazan, la forma de exorcisarlos y la posibilidad de generar alternativas -como es el caso de la brillante propuesta de Lessig en Creative Commons.
La película 12 Monos fue suspendida un mes después de estrenada porque un artista insistía en que una silla que se mostraba en una sola de sus escenas se parecía a una que él había diseñado alguna vez. La película Batman Forever fue amenazada porque el Batimovil circulaba por una corredor que tenía copyright, en 1998 un juez paró el lanzamiento de la película El Abogado del Diablo porque un escultor insistía en que su arte se usaba en el fondo.
Lo que se deriva de todo esto -empezando por el cine pero yendo después a cualquier otro terreno- es que los abogados deberán controlar a los directores y que el control creativo finalmente se convierte en un asunto legal. Contrariamente al supuesto de que debemos despolitizar y deslegalizar la creatividad y la expresión de las ideas, el uso cada vez mas abusivo de las leyes del copyright está tendiendo a cristalizarlo todo y a poner cada vez mas obstáculos a la potencia expresiva y creativa para enormes cantidades de personas.
El punto de partida de Lessig -por mas que estos ejemplos son tan evidentes- es la pregunta que cualquiera que se mueve en el mundo de las ideas y de la creación no debería pasar nunca por alto a saber: ¿Porqué deberíamos poner esta presión sobre los procesos creativos con reglas y leyes que aparentemente no tienen nada que ver con la capacidad expresiva y de imaginar otros mundos?
Las leyes de copyright (mucho mas que la mayoría de las leyes en general) están llenas de absurdos y de provocaciones abismales en contra del sentido común.
De lo que no cabe duda es de que el espíritu del tiempo no está dado por las ideas que se quiere confrontar y por las cuales se lucha a diario (la mayoría de las importantes que están bajo eterna discusión en nuestro país) sino por las ideas que se dan por sentadas.
Una época es aquella que no necesita defensa alguna porque todo el mundo comparte sus valores y consecuencias. Si el poder es eficaz es porque está alimentado por ese tipo de ideas que nadie pone en cuestionamiento. Lo que se da por sentado es la marca de la normalidad (aunque en nuestro país tal no exista), lo que todo el mundo, sabe, comparte y acepta es lo que nos diferencia del resto de los que piensan distinto (una minoría en los países normales, los artistas entre ellos).
Pero asi como muchas veces estas ideas se imponen, ellas son la causa del estancamiento de una sociedad, cuando el costo de cuestionarlas se vuelve muy alto.
En esta época de consensos mal habidos la tarea de los activistas políticos es encontrar nuevos modos de que la gente cuestione su credibilidad, el desafío es sembrar dudas, si la realidad (como es el caso argentino) no lo hace por nosotros.
Si estas tendencias son ancestrales su actualidad se evidencia hoy mas que nunca de frente a la revolución tecnológica que en la década del 90 cambió al mundo y que tuvo y tiene en Internet y en las tecnologías de la información a su epicentro.
Curiosamente uno de los puntos centrales de esta prosperidad esta dada por sus nuevos usos. Paradójicamente (o no tanto) el reino de esta nueva libertad inaugurado por Internet. está siendo amenazado por los defensores de las leyes mas anacrónicas de copyright que se pueda imaginar.
2. El punto ciego de nuestra cultura
No se trata de endiosar a Internet, ni de imaginar que la liberación del mundo virtual podrá salvar al real. Lo que importa señalar -como tan bien lo hace Lessig- es que hay un punto ciego en nuestra cultura. Porque mucho se ha incomprendido a Internet en esta década.
Pero esta incomprensión no se originó tanto en su endiosamiento entre 1994/2000 o en su descrédito después, sino en la óptica equivocada con la que se la ha leído permanentemente en términos de una oposición de miradas que oscilan pendularmenre entre izquierda/derecha, entre enfoque liberal/neoconservador.
Porque lo que la lectura de Lessig deja en claro es que no se trata de estar a favor o en contra de la propiedad privada (en abstracto) o a favor o en contra del mercado (por razones meramente ideológicas o discursivas). La verdadera discusión que está en juego es entre lo viejo y lo nuevo (3) .
Lo que estamos viendo en estos dos últimos años es como un entorno (kosmos) que fue diseñado espontáneamente vs una taxis (ordenadora) -para usar la oportuna taxonomía de Von Mises, recuperada por Cornella- para favorecer lo nuevo está siendo reingenierizado para restaurar los derechos de lo viejo. Con una pequeña ayudita de las cortes, de las leyes e incluso de algunos de los ingenieros de software que llegaron a armar el entramado libertario original .
El establishment -liderado por Hollywood y por la industria de la música que reaccionó tardíamente- representa los viejos derechos y las viejas prebendas, pero lamentablemente carecemos de adlateres y defensores del orden nuevo, aunque movimientos como el PtoP, el software libre, y los Creative Commons del propio Lessig están dando la primeras puntadas en ese sentido.
Después de 10 años de Internet gráfica queda claro que se nos abren dos futuros, el que podría ser y el que esta siendo. El que esta siendo es mas que evidente, se trata del sueño de AOL y de Microsoft hecho realidad. Se trata del triunfo de la post-televisión y de la colonización definitiva de Internet en manos de pocas y poderosas manos.
Las promesas de una realidad hecha de muchos para muchos se deshacen frente a ofertas como las de Antena 3 de España (miembro del monopolio Telefónica) que quiere reconvertir a la TV (y eventualmente a la propia Internet) en una plataforma cerrada de e-business y de colonización de los consumidores.
Lo curioso es que esta posición no está determinada (como en ocasiones anteriores) por limitaciones o restricciones tecnológicas, sino por manipulaciones legales, esas mismas que Lessig quiere desmontar, y que están en la base de la dilusión de la revolución interneteana a manos de leguleyos y cortes santificadoras del viejo orden.
La promesa de una comunicación muchos-a-muchos que definió las pretensiones de Internet original, están siendo trastrocadas a favor de una realidad de muchas pero muchisimas maneras de comprar y de muchisimas maneras de elegir lo que se puede comprar.
Solo que lo que se ofrecerá (ya está sucediendo) solo será lo que entra en el modelo actual de los sistemas concentrados de distribución, televisión por cable en tiempo real, y génesis ideológica de las necesidades a mas no poder.
El futuro que podríamos llegar a tener es mas difícil de imaginar porque lo propio de la tecnología en general -y de Internet en particular- es precisamente su impredictibilidad.
Sin embargo no todo es incertidumbre en este terreno. Si de algo no queda duda es de la caída creciente de los costos que se traduce en la caída de las barreras a la creatividad. La caída de los costos se evidencia tanto en la distribución como en la producción.
Ambas reducciones emanan del devenir digital de la tecnología. Las tecnologías digitales crean y replican a la realidad en forma mucho mas eficiente que las tecnologías analógicas y es en ese espacio donde podemos imaginar un florecimiento de la creatividad… a menos que las leyes (y en particular) las de copyright la aborten.
Lo que llama la atención en este hiperegulacionismo es el desconocimiento de que en los orígenes las leyes del copyright estaban hiperacotadas y solo alcanzaban a los mapas, las cartas de navegación y a los libros. El dominio público era amplisimo y el único espacio de creación regulado era el de las publicaciones.
Sin idealizar una supuesta (y probablemente inexistente) era dorada de la creatividad, de lo que no cabe duda es de que a excepción de algunos temas prohibidos expresamente por la ley, ésta decía poco y nada acerca de la capacidad de «reformateo» que cualquiera podía ejercer sobre los contenidos ajenos.
Por eso resulta aun mas paradojal que en el momento en que las computadoras hacen posible la mediamorfosis de todos los contenidos y formatos (de la imagen a la música, del texto a la animación) las leyes de copyright pueden por derecho abortar lo que es posible de hecho -con consecuencias funestas contra la creatividad.
Insistimos, no se trata aquí de oponer lo gratuito a lo pago, ni de maniqueisticamente enfrentar el ocio al negocio, o al comercio en contra del don. Internet por el tipo de red que es, está tan abierta a la creatividad y a la innovación comercial, como a la de todos los contenidos que circulan en su seno -sean gratuitos o no.
Fue justamente la neutralidad de su diseño original (encapsulada en el muy poco conocido principio e-to-e -o fin a fin- según el cual es el sistema o la aplicación, y no la red en si misma, la que esta en mejores condiciones de implementar la protección adecuada, o lo que es lo mismo que la inteligencia no está en la red -que es en si misma sumamente tonta- sino en las puntas, es decir en las computadoras de acceso y en sus aplicaciones), el que favoreció la aparición de centenares de compañías que en el corto período de 10 años inventaron numerosas nuevas formas de interacción de los individuos entre si.
Todo empezó con el e-mail, pero siguió con otras formas de construir comunidad, tales como el uso de la mensajería instantánea, y muy especialmente la generación de debate público a partir de la eliminación de la barrera mas costosa para la comunicación ordinaria que es la sincronicidad.
Si todo lo que existe es maravilloso, lo que está por venir lo va a ser mas aun cuando existan relojes pulsera que teleacaricien a los chicos a 30km de distancia, walkmans que faciliten los suspiros de los amantes a un océano de distancia, o una tecnología que señale que dos personas están disponibles para una comunicación telefónica en el momento a no importa que distancia.
3 Acceso diferencial a los recursos
No debemos caer en debates técnicos, ni circunscribir las discusiones al poder o a las ofertas de Apple o de Hollywood. Porque de lo que deberíamos ocuparnos en realidad, no es de la música o de la innovación, sino de los recursos en la sociedad, cómo se ordenan los recursos y quién decide quien tiene acceso a que.
Toda sociedad tiene recursos que son accesibles para todos (como la ley de la relatividad de Einstein) y otros que son restringidos (como dormir en la misma cama en la que Einstein durmió mientras vivió en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton).
Gran parte del siglo XX asistió a mucho debate y sufrió unas cuantas guerras, tratando de determinar quien es el mejor asignador de recursos, si el estado o el mercado. La conclusión fue que es el mercado, pero como bien dijo Eric Hobsbawn, el siglo XX terminó en 1989 con la caída del muro, y la ultima década del siglo anterior fue en realidad la primera del tercer milenio.
Y en esta época lo que valía en la anterior ya no define nada. Porque de lo que se trata ahora no es de determinar que sistema de control exclusivo (el gobierno o el estado) debería regir un recurso dado. La pregunta que hay que hacerse actualmente, es previa a esa y consiste en tratar de saber si un recurso cualquiera debería ser controlado o libre.
No hay que confundirse porque libre no quiere decir sin costos. Hay dos maneras de entender libre. Cuando hablamos de libertad en la red no lo hacemos en el sentido de conseguir una comida o una cerveza gratis sino en el sentido de la libertad de expresión -que solo el mas totalitario supone que debe ser conculcada en aras de derechos aun mas altos, que no existen.
Decimos que un recurso es de libre acceso cuando se lo puede usar sin necesitar el permiso de nadie, o cuando el permiso que se necesita se otorga de una forma neutral. Es por eso que Lessig insiste en que el gran desafío de nuestro tiempo no es tanto decidir si el estado o el mercado controlarán tal o cual recurso sino si ese recurso debe ser (o no) de libre acceso.
Aunque parece una cuestión muy novedosa, a poco que miremos tanto alrededor como en la historia resulta que esta problemática no es tan novedosa como parece. Los recursos libres o gratuitos han sido siempre estratégicos en lo que hace a la innovación, la creatividad y la democracia. Los caminos (a excepción de las rutas concesionadas) son libres lo mismo que lo son los parques, las melodías que los músicos de jazz usan para improvisar, las leyes de la física y hasta el modelo de las aplicaciones asesinas de software (como lo fue en su momento el Visicalc antes de trasmutarse primero en Lotus 1-2-3 y después en Excel).
Aunque a muchos les cuesta admitirlo ha sido esa libre disponibilidad la que ha jugado como motor de múltiples innovaciones. Este desconocimiento está muy ligado al prejuicio ideológico de que los recursos libres son de menor calidad que los privados (4) .
4. La supuesta bondad intrínseca del control
Lo que subyace a esta idea es la noción de control. De la bondad intrínseca del control. Lo que casi ningún teórico de los negocios, que por otro lado se relamen tanto con la teoría de la complejidad entiende, es que uno de los puntos nodales de estas teorías es justamente el rechazo del control jerárquico y la definición arbitraria y metafísica de que el control es mejor que la autoorganización.
Lessig contrariamente a muchos izquierdistas ilusos, no imagina que existan almuerzos gratis. Ni tampoco cree en un maná que supuestamente debería caer del cielo y aterrizar en los bolsillos o los estómagos de los pobres. Por el contrario los recursos siempre cuestan dinero y alguien debe pagar por lo que se produce.
Pero el error que comete la derecha es simétrico al anterior. Porque la forma en como es producido un recurso no dice nada acerca de como se otorga acceso al mismo. La producción es distinta del consumo. Y no hay peor error que creer que la única forma de acceder a un recurso es pagar directamente por él, como sucede en el comercio minorista y mayorista.
Porque hay muchas cosas (usos y servicios) que no se pagan en forma directa. Sucede así con la música de la radio, los programas de televisión, los caminos, las historias que escuchamos por todas partes. Porque aun cuando se pague (a veces) por estos recursos, no se lo hace en la forma lineal y escalable en la que se compran consumos privados.
La tesis central de Lessig -que compartimos plenamente- no es que debe eliminarse el pago por los consumos privados (películas, software, casas o coches). Pero correlativamente tampoco deben ponerse trabas a los recursos de libre acceso. Nadie debe poder cobrar por criticar al gobierno (algo tan fácil de hacer por acá), y menos por acceder a toda la ciencia del mundo aunque esto también está cambiando con la privatización de mucha investigación de punta.
Porque el valor de estos bienes crece (en vez de bajar) con su libre acceso y disponibilidad. Y de todos los fenómenos recientes ninguno ha demostrado mas y mejor el poder de libre acceso que Internet.
Porque Internet es el mejor ejemplo de que cumpliendo con las leyes divinas de Kelly (que repudian el control y pregonan el libre acceso (5) se puede innovar en forma permanente y profunda. Porque si de algo sirve Internet es como modelo de libertad y de revelación de como la ausencia de control multiplica en forma exponencial la innovación y la creatividad.
Por eso resulta indignante y sorpresivo que Internet, encarnando este espíritu libertario y siendo la mejor propaganda imaginable del mismo, debe resistir actualmente a una increíble maquinaria de prohibir, cohibir y desmontar que se está movilizando en contra de la autonomía que existía en la red (6) .
Porque desde hace un par de años venimos asistiendo a una multiplicación de cambios técnicos y políticos que tratan de domesticar a la red. Este guadañazo viene del lado de los controladores y de los monopolios que hicieron su agosto cultivando la restricción al acceso en casos anteriores, y el mejor ejemplo regresivo fue AT&T que hizo lo posible para que nadie duplicara su red troncal abortando durante una década la aparición de Internet.
Por eso Lessig se opone vehemente a esta regresión desovillando de mil maneras una madeja unica con un mensaje igualmente preciso y reiterativo. No es cierto que el control sea siempre beneficioso. Que declinado en el mundo de Internet se traduce en, está demostrado que la ausencia de control esta en la base del crecimiento.
Por lo que la imposición del control seguramente no solo es un error conceptual, sino sobretodo una renuncia política y un avasallamiento de los poderes preexistentes -sobre los neonatos- que instan a su mas vehemente rechazo y oposición.
De como intervengamos en esta polémica, de qué lugar tomemos (mas como realizadores que como críticos) y de cuan astutos seamos para anoticiarnos de que la desaparición de Internet gratuita, en vez de favorecer al analfabetismo analógico y a la cultura el libro va en dirección de Fahrenheit 451 y de las peores distopías de Orwell y de Huxley, sellando (negativamente) el destino de La Tercera Fase. Hacernos los distraidos o creer que el libro saldrá favorecido de esta debacle -en detrimento de la imagen o de los multimedia- no hará mas que acelerar esta decadencia.
NOTAS
(1) Licenciado en Filosofía de la UBA y Master en Ciencias de Sistemas de la Universidad de Louisville en Kentucky. Director de contenidos de la empresa de e-learning competir.com. Este es el Working Paper n 18 de la cátedra Procesamiento de Datos, Telemática e Informática. Universidad Nacional de Buenos Aires, Septiembre 2002.
(2) Como bien nos lo enseñaba Alfons Cornella en su Infonomia.com y como nosotros lo hemos glosado previamente en las editoriales n 2635, 2645 y 2652 «El concepto de infoestructura y otras cuestiones relevantes de la información como valor económico»).
(3) Que se repite históricamente como también lo demostrara Gilbert Highet en su maravillosa obra La Tradición Clásica. La querella entre los antiguos y los modernos
(4) Al menos esta burrada repitió hace poco la gerente de Microsoft en España ver editorial del news n 2781 Microsoft el verso fin fin. La seducción de las palabras en contra del usuario.
(5) Las ideas de Kevin Kelly (1994, 1998), autor del extraordinario Out of Control, aparecieron en un número de la revista Wired en septiembre de 1997, en pleno boom de la era digital. Fueron recuperadas en un libro publicado un año mas tarde que, aunque poco conocido, encapsuló epistemológicamente mejor que ningún otro estos principios supuestamente post-económicos. Se trató de Las Nuevas Reglas de la Nueva Ecomomia traducido al castellano por Granica en el 2000. El listado final de las reglas fue 1) de la conexión, 2) de la plenitud, 3) del valor exponencial, 4) de los puntos de inflexión. Aprovecharemos las columnas de hoy y la de mañana para hablar de las cuatro siguientes: 5) de los retornos crecientes; 6) del precio invertido; 7) de la generosidad y 8) del compromiso; y dejaremos algún próximo espacio para reflexionar sobre las últimas cuatro: 9) de la devolución; 10) del desplazamiento; 11) de la rotación; 12) de las ineficiencias. En nuestro apunte De la economía real a la economía virtual y vuelta El colapso de las punto.com, la supervivencia de la economía digital y el retorno de lo real escrito para la asignatura Nueva Economía de la Tercera Edición del Master en Comunicación Digital de Enredando, sintetizamos sus principales ideas.
(6) ¿O acaso no insiste la mayoría de los operadores consolidados que en el futuro todo Internet será de pago. Según ellos es ésta la única manera para que funcionen las empresas. Así de rotundo se manifestó Silvio González, director general del operador de cable español ONO, durante la presentación en Madrid a fines de septiembre del 2002 de la primera guía sobre contenidos de banda ancha, un libro editado junto a Pearson, que se actualizará cada tres meses. (IBL News)
REFERENCIAS
Cornella Alfons, Infonomia!com La empresa es información, Barcelona, Deusto, 2000.
Kelly, Kevin Out of Control. The rise of neobiological civilization. Reading Addison-Wesley 1994.
Kelly, Kevin New rules for the new economy. 10 radical strategies for a connected world, New York Viking 1998.
Lessig, Lawrence Code and other laws of cyberspace, Nueva York, Perseus, 1999.
Lessig, Lawrence The future of ideas. The fate of the commons in a connected world. Nueva York, Random House, 2001.
Levy, Steven Crypto How the Code Rebels Beat the Government Saving Privacy in the Digital Age, Nueva York, Viking Press, 2001.
Piscitelli, Alejandro Ciberculturas 2.0. En la era de las máquinas inteligentes. Buenos Aires, Paidós, 2002.
Simone, Raffaele La Tercera fase. Formas de saber que estamos perdiendo, Madrid, Taurus, 2001.
Tomsen, Mai-Ian. Killer Content. Strategies for web content and e-commerce, Reading, Adisson-Wesley, 2000.
Para este articulo me pareció oportuno citar estas palabras que me remitieron al leer el escrito. “…en mi opinión, cuando las libertades no están protegidas por la ley y cuando los conflictos entre acciones libres de los individuos no están regulados por el derecho, son las libertades de los más fuertes las que salen ganando invariablemente”. VILLATE, Javier, 2001, «Libertad de expresión en Internet».
Disponible a través del Observatorio para la CIBERSOCIEDAD (http://cibersociedad.rediris.es) en: http://cibersociedad.rediris.es/villate/libertad.html
Que buena reflexion,
Felicdades.