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Reapropiándonos de la experiencia

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Steve Jobs lo dijo en la reciente reunión de Apple en Europa. Su empresa no es una ONG y consecuentemente empezará a cobrar por todo lo bueno que ofrece.

Que los productos de Apple no han sido nunca para el montón, es algo que hemos pagado callada y estoicamente con nuestros escasos pesos desde que nos trenzamos con sus productos en 1984.


Que cada tanto Apple encarna un sueño, como la primigenia Apple IIc o la maravillosa Mac, es algo que todos hemos comprobado una y otra vez.

Y si bien desde hace meses viene enarbolando la robustez de su sistema OS X, que nosotros no terminamos de aceptar, para mostrar que es capaz de innovar como nunca, no hay duda de que ciertos productos suyos son epónimos y cambian los estándares, pero de una manera muy distinta a la que hace el emperador Bill Gates.

Porque nada renovó tanto nuestra confianza y alegría con Apple como el iPod que paso a ser nuestra aparatito de cabecera y que nos acompaña con una ganas y utilidad como solo habíamos encontrado antes en la Palm Pilot. Claro eso nos hace soñar algún día con un Ipod del tamaño de la Palm, pero eso no pasará en una década o dos.

Pues bien si el iPod nos maravilla por todo lo que hace y puede hacer (al convertirse en backup de nuestros discos duros o en agenda ver editorial n­ 2630 El ipod la rompe. Y aunque nos duele hasta el bolsillo nos enorgullece que sea de Apple) ¿cual no seria nuestra sorpresa al anoticiarnos de otros usos posibles -pero dificilmente previsibles- del ingenio?

Los DJ están descubriendo lo maravilloso que es pasar música con un iPod, en un club nocturno fashion de Nueva York. Sí, es difícil hacer scratch, pero no imposible.

El lugar que ayer ocupaban las rockolas hoy ha sido tomado por el iPod. Un club nocturno muy de moda en Nueva York ha montado una mesa de DJ con sólo un par de iPods. ¿Cuál es la gracia? Que se invita a los clientes a ocupar el lugar del DJ.

Se trata de APT, un bar instalado en un depósito anónimo en 419 West 13th St. que no tiene cartel que lo identifique ni sitio web: se destaca por su «bajo perfil». Junto a la barra de madera oscura, se encuentra la mesa del DJ, provista de un mezclador estándar, que le permite al DJ pasar de una fuente a otra; pero en lugar de dos bandejas giradiscos, todo lo que hay son dos iPods.

Para preparar la lista de temas a pasar, los DJ cuentan con un listado impreso de los 3.000 temas disponibles. Con 3.000 temas para elegir, los clientes del club pasan de todo, desde Black Sabbath hasta Basement Jaxx.

Todos disponen de siete minutos para pasar música. La cuenta del tiempo se lleva en un reloj digital gigantesco ubicado frente al mezclador.

La instalación con los iPod lleva apenas más de un mes en funcionamiento; brinda horas de diversión grupal. La mitad de los asistentes se reúnen alrededor del mezclador, y ofrecen consejos o críticas o simplemente bailan.

Si el emprendimiento tuvo tanto éxito se debió sobretodo a que los organizadores explotaron una propiedad clave del Ipod, lo fácil que es usarlo para mezclar temas. Ha sido tan atractiva la tecnología que la diversión empieza a las 9 y media de la noche y sigue hasta las 3 o 4 de la mañana, todos los días de la semana.

Que la gente que concurre al antro no es gente como uno puede apreciarse con la descripcion de las posesiones ostentadas por los asistentes. Desde los iPods personales hasta una chiflada que tenia un telefono celular de oro blanco valuado en 13.000 dólares . Como era de esperar los clientes mas fashion llevan sus propios iPods para pasar la música cuando les toca su turno.

Inicialmente, se cargaron unos 900 temas musicales en los iPods del bar; buena parte de los temas estaban incluidos en un listado publicado recientemente por The New York Times Magazine. Pero como el club abrió una lista de pedidos, muchos de los clientes agregaron sus temas favoritos.

Hoy que esta de moda que las discográficas arremetan contra Napster o sus sucesores, y cuando la guerra grande se juega entre los sistemas propietarios de software y los abanderados del software libre, esta saga del Ipod puede pasar inadvertida.

Sin embargo este furor (que aquí no llegará nunca porque devaluación mediante estos ingenios cuestan de $2.000 para arriba) es testimonio de un fenómeno sumamente interesante.

A saber la apropiación por parte de la gente de la capacidad de editar, transformar y usufructuar la música en formas inéditas. Los cassetes fueron la primer forma de acorralar a la industria discográfica que nos quería obligar a pagar por 12 temas cuando solo nos interesaba escuchar uno.

Las grabadoras de CD-Rom ampliaron exponencialemente nuestras capacidades de selección y uso de los temas musicales. El MP3 llevo al paroxismo esta potencialidad pero el iPod fue la primera maquina de reproducción y mezcla verdaderamente eficaz y poderosa.

Con la aparición hace un par de meses del modelo de 20Gb con 4.000 canciones, el sueño de la discoteca portátil llego para quedarse, mas alla de los estandares y de los formatos y de la eventualidad que el MP3 se vaya al cielo del olvido en poco tiempo.

El ejemplo de los disc jockeys amateurs de Nueva York muestra cuantos caminos están abiertos a la creatividad y en que medida diseños ergonomicos, e ideas brillantes no hacen sino ampliar las potencialidades creativis de lo s consumidores, devenidos, aunque sea por un rato dueños de sus propias experiencias recreativas.

Publicado enInfo-Tecnologías

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