¿Para qué ir a Las Vegas?
No se como pude perdérmelo durante tanto tiempo. Para mi, que como toda cosa que nos fascina demasiado, lo debo haber hecho a sabiendas (es decir sabiamente manipulado por mi inconsciente). Lo cierto es que nunca antes en mi vida se me había ocurrido ir a Las Vegas.
Claro como coartada puedo esgrimir que pase en el año 1975 por Reno, consideraba la sub Las Vegas del propio estado de Nevada. Pero fue en un Greyhound atravesando USA de costa a costa y sin siquiera amagar bajarme del autobús, aunque en una fortuita parada de dos horas en Salt Lake City, ahi si estire las piernas y me allegue hasta el Tabernáculo Mormón, y no dude en pasar una noche en Albuquerque, Nueva México, cuando me pareció que 72 horas de viaje de un solo tirón era un poco exagerado (en ese momento un pasaje con infinitas escalas de 15 días costaba la friolera de U$ 75 dólares de la época).
Como fuera la cosa, tenia cierta reticencia, seguramente proveniente de mis mas profundas y contradictorias relaciones con el dinero (¿es bueno o es malo?, ¿conviene ganar mucho o poco?, ¿lo que uno gana se lo saca a otro o lo crea de la nada?, ¿la plata ensucia o ennoblece?, ¿la plata debe satisfacer lo mínimo o lo máximo?, ¿la ganancia es creadora o manipuladora?, y las preguntas me siguen y acompañan como una sombra aun hoy en día
Siendo que yo en aquella época estaba mucho mas preso que hoy de las parálisis reflexivas que de los emprendimientos desentumecedores, sobraran preguntas retóricas como las enunciadas para convencerme yo mismo (sin necesidad de que nadie me ayudara) de que Las Vegas era el paraíso sino del pecado (en el sentido de la lujuria o la lubricia, encarnadas por ejemplo en Tailandia donde vería cosas impensables en mi viaje en 1986 a Bangkok) si al menos del endiosamiento del dinero -pero paradojicamente- como finalidad sin fin kantiana al servicio del azar puro.
Aprendiendo de Las Vegas
Aunque había pispeado alguna vez la obra clave de Robert Venturi Aprendiendo de Las Vegas (Gustavo Gili 1972), y estaba al tanto de que en Las Vegas se estaba haciendo un experimento urbano con características únicas es irrepetibles en el mundo, y a pesar de que la arquitectura cada día me fascina mas como envase de todo pensamiento y practica posible, me seguia resistiendo a visitar Las Vegas.
Me pico un poco el bichito el día que vi la película Casino dirigida por Martín Scorsese con Roberto de Niro y ahí ya se hablaba de un viejo y un nuevo Las Vegas, no tanto en términos de arquitectura sino de mafia de amigos o de negocios mas corporativos, siempre me llamaron la atención las atorranteadas de Frank Sinatra (uno de los principales bulevares de Las Vegas lleva hoy su nombre como también lo hace en Río el de Antonio Carlos Jobim, valga la diferencia) y su cuarteto de pandilleros/atorrantes, pero se trataba de una asignatura pendiente que no encontraba la suficiente ganas de acabar con ella.
Hasta que hace unos meses se me presentó una invitación a un seminario en Los Ángeles, y sabedor desde hace años que Las Vegas es el emporio de los shows residentes de Cirque du Soleil, donde actualmente se exhiben en simultáneo CINCO de sus producciones históricas (incluyendo el único show acuático O y el recientemente estrenado Love con música de los Beatles), el cuadrilátero de razones necesario para iniciar el gran viaje estaba perfectamente construido.
Viajar de los Los Angeles a Las Vegas en un Volvo 0 km es un placer…. mas que humano. El camino es fácil, las autopistas están bien tendidas, en algún momento está Tanger, un gigantesco outlet en medio el desierto, acercándonos a la gran lonja de oro, The Strip) y también existen pueblitos con Primm y Jean que preanuncian lo que se vendrá y finalmente, con la ayuda mágica de Google, uno salta de la salida a una avenida, avenida, encuentra sin problemas la calle Audrie, se pierde en la trastienda de algún megahotel como el Flamingo y al poco rato esta instalado en un hotel de mediopelo con departamentitos modestos pero mas que cómodos, con wifi, pileta, algún desayuno berreta de regalo y toda una ciudad inmensa a sus pies, o mejor dicho a nuestras ruedas porque caminar en Las Vegas es tan ridículo como circular en coche en el microcentro porteño.
Esa Lonja entre kitsch y satánica
The Strip mide 7 km, pero probablemente el destilado mas interesante esté en la mitad de ese espacio. Se trata de una veintena de megahoteles y varias decenas mas que se arraciman alrededor de los monstruos. La ciudad ha sido remozada muchas veces y en los últimos 30 años se han derrumbado 15 de los grandes hoteles de antaño y sobre sus ruinas se han construido los monstruos actuales y partir de la construcción en 1989 The Mirage todo el ruido se ha trasladado al Strip y el downtown y Fremont St ni siquiera figuran en los mapas, de hecho ni sabíamos que existían o merecían ser visitados y eso que solo esta a 30 cuadras de The Strip.
La ciudad de Las Vegas esta en una ebullición de construcción permanente y si lo que hay nos parece elefantiasico e inabarcable se nos promete -y la lectura de los cimientos proliferantes así lo demuestra- que en un año o dos habrá obras mas faraónicas y construcciones aun mas megaliticas. Pero con lo que hay hoy alcanza y sobra para una fiesta de los sentidos, una apología de la desmesura, un contrasentido absoluto con todos nuestros criterios de convivencialidad y un aguzamiento al punto de estrujarlas de todas nuestras convicciones y creencias.
The Strip es una lonja de postcivilización asentada sobre un desierto inhóspito y cruel cuya única equivalencia en el mundo es a lo mejor Israel. La Vegas realza en medio de la nada, tiene el formato de Chile por lo larguisimo y angostisimo y solo existe en esos 7 km. de largo y a lo mejor en uno de ancho que es mas que nada el backstage del lujo y la mersada que caracteriza a todo.
Habiendo estado en Las Vegas hace pocos días podemos reconocer como premonitorio el título que Robert Venturi dio en 1972 a uno de sus libros más conocidos, Aprendiendo de Las Vegas. El autor reflexionaba sobre la popularización banal de una arquitectura que perseguía la recompensa inmediata de los espectadores: preferibles los elementos “híbridos” a los “puros”, los “ambiguos” a los “articulados”, escribía. Aprender de Las Vegas terminaba por simbolizar el fin del movimiento moderno y desembocaba en la apuesta por esa cultura de parque temático que hoy gobierna Occidente.
Y es que Las Vegas es el más perfecto parque temático que jamás nadie haya podido imaginar. Las Vegas es el puro artificio, un lugar suspendido en el tiempo y el espacio, sin entidad real de ciudad, parodia, travestismo, imitación; es, como cada buen parque temático, un eterno domingo; tenerlo todo a mano, aunque sea falsificado y degradado.
Las Vegas es todo lo que queramos y mucho mas (y menos) aun
Las Vegas es el juego, que no nos interesó mucho -pero que habría que ver mas en detalle-, y por estar fuera de temporada tampoco descolló por la locura de los enfervorizados, aunque ver jugar y tomar a jubilados y a gente de mediano edad desde las 10 de la mañana y por todos lados no es poca cosa.
Las Vegas es los espectáculos, decenas de, de los mejores, permantemente, compitiendo unos y otros por ser los mas llamativos, los mas estrafalarios, los mas aggiornados, los mas atrapantes.
Pero Las Vegas es sobretodo los hoteles que de refugio de pernoctaciones se han convertido en espectáculos en si mismos. Hay al menos 2 o 3 docenas que brillan con estilo propio. Y como son tan enormes (pueden abarcar muchas manzanas y los estacionamientos tanto o mas) es impensable poder visitar mas de 2 o 3 en un medio día, con lo que tuvimos que elegir menos de una decena y al agua pato.
Los mas llamativos son el inmenso Caesar Palace. Con apariencia de templo romano estirado hasta ser convertido en un rascacielos: el interior parece un paseo por el antiguo Imperio y se observan máquinas con aspecto romano y espectáculos de robots, fuego, agua y luces que semejan luchas entre dioses.
El Excalibur: Con aspecto de castillo medieval, que no valía nada salvo que estaba allí una de las tiendas de ropa a U$10 que puede romper cualquier presupuesto. El Stratosphere: con apariencia de torre de control de aeropuerto y una lanzadera y dos montañas rusas en su cúspide, que por suerte evite frecuentar.
El París: Un palacio francés y una Torre Eiffel y un Arco del Triunfo en miniatura. Recreación interna de una pequeña parte de la ciudad de París o El Treasure Island: con espectáculo de barco pirata y forma de isla del tesoro que contornearnos muchas veces y por donde se desplazaba carradas de gente.
El que mas nos llamo la atención fue The Venetian: Con paseo en góndola en su segundo piso, recreación interna y externa en fachada de Venecia y que con sus 4.500 habitaciones es el mas grande del mundo.
También nos encanto por el formato y por todo lo que había en su interior, incluyendo tres cines Imax, el Luxor. Los mas elegantes son el Mandalay Bay pegado a The Hotel Mandalay.
Vimos en cierto detalle el Bellagio y The Mirage porque allí estaban dando dos de los espectáculos del Cirque du Soleil. Estuvimos en uno berretisimo con The Harrah´s y nos quedamos con muchas ganas de ver The Wynn cuyo dueño esta en los titulares estos días por el fracaso de venta de «El Sueño» de Picasso de 138 millones de dólares que muy al estilo de Las Vegas al ser desgarrado por el codo del magnate Steve Wynn se revalorizá en 11 millones mas a causa de esa millonaria torpeza.
Disneylandia fur alles
Hay mil anécdotas para contar, hay decenas de lugares por explorar, pero lo que es intrasmisible y merece por lo menos un viaje a Las Vegas es esa sensación única de inmersión en una ciudad multitematica, como si de pronto Disneylandia se hubiese instalado en una ciudad real, con el aditamento de que esa ciudad es aun bricolage de todas las ciudades mas conocidas del mundo.
No sabemos que figura retórica puede dar cuenta de este compendio de lugares, photoshopeado y zipeado en uno solo, si la sinecdoque o el oximoron. Pero lo que si podemos testimoniarles es que una estancia en las Vegas, corta o larga, saturada o no de espectáculos, bendecidas, raramente, por una buena estadía en los casinos y los restaurantes de esta ciudad, no tiene equivalente ni parangón con ninguna otra visita turística del mundo.
No por nada Las Vegas es la ciudad turística mas visitada de USA (40 millones de personas anuales contra 38 millones de NY) y es la que mas rápidamente esta creciendo en población con un aumento anual neto de 50.000 personas. ¿Y despues de haber vivido 3 dias confundiendonos con todo este plastico, sin sufrir demasiado en el intento, ¿que hacer con nuestras creencias pasteurizadas incapaces de pensar todo esto?
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