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Foucault un antidoto al fascismo cotidiano

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Nos cuesta encontrar grandes pensadoras femeninas de siglo XX. Hannah Arendt seguro lo fue -mas alla de del pretencioso bautismo con su nombre del flamante instituto de Lilita Carrio, una desmesura como tantas otras de esta señora. Y también Agnes Heller, y probablemente Simone de Beauvoir. ¿Y porqué no Julia Kristeva? ¿O -aunque me resulta revulsiva- Ayn Rand, y en otra escala ni menor ni mayor, -pero seguramente distinta- Susan Sontag.

En el caso de los hombres, empero, el listado es infinitamente mas largo. Y aunque los grandes nombres (Althusser, Levi-Strauss, Lacan, Deleuze) proliferaron en los 60 y los 70 (aunque hoy seguramente mediríamos de manera muy diversa de como lo hacíamos a mediados del siglo pasado qué es ser un intelectual, haciéndonos eco de la observación de José Joaquin Brunner de que hoy quien piensa es la red) de lo que no queda duda es que el siglo nos legó algunos nombres inmortales: Heidegger, Sartre, Wittgenstein y seguramente Foucault.


Si hoy nos acordamos del gran Michel, con quien compartimos clases y almuerzos, pasillos y asambleas en la mitica Universidad de Vincennes de 1969 ello se debe a que hace pocos dias el grupo porteño Brandon no pudo continuar con sus fiestas Brandon gay-day en el hotel Bauen, recuperado por sus trabajadores qienes al grito de No queremos ni gays ni peruanos ni cumbieros obligaron al grupo a mudarse al Uni-Club (ex-Babilonia) en la calle Guardia Vieja.

Porque esas homofobias y esas exclusiones fueran las que Foucault denuncio sistematicamente. Como bien dice el profesor norteamericano David Halperin, en su polémico ensayo San Foucault, Foucault cometió la herejía de pensar contra sí mismo y sin él no habría existido la política queer. Como bien dice Claudio Martyniuk Foucault escribió para no tener rostro, escapando de los criterios de identificación de registro civil; escribió sin construir ideales abstractos: su no-teoría funda una práctica de desplazamiento, un materialismo de lo incorpóreo, una problematización de lo naturalizado y de lo sustancializado.

Ojo no seamos tarados. No es que por mucho leer a Foucault seremos menos homofóbicos o estaremos menos tiranizados por nuestras pasiones, prejuicios e incomprensiones. Pero no cabe duda de que Foucault fue uno de los mas radiantes combatientes en contra del fascismo de la vida cotidiana que en la Argentina alcanza alturas considerables. Y que gracias a su soplete podemos aprender a visualizar y combatir la homofobia y a multiplicar las formas de intervención contra la amarga tiranía de nuestras vidas cotidianas

Publicado enReveladores

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