Paula Izquierdo escribio Picasso y las mujeres (Belacqua, 2004) para mostrarnos como y porque el genial andaluz ejerció todo su poder y todo su desprecio con sus trece esposas, novias y amantes, todas las cuales pasaron por el lienzo, y luego fueron destruidas en carne y pintura. Para Pablo Picasso, las mujeres eran unas máquinas de sufrir. Si hay algo que determina la personalidad de Picasso -segun la autora- es su afán ilimitado por experimentar, no sólo con la pintura, sino también con el ser humano. Sobre todo si éste tenía forma de mujer. Ni la tesis es nueva, ni faltan antecedentes, incluso retrospectivas fascinantes que ya recorrieron ese espinel, dejando poco espacio para la novedad. A menos que… barruntemos bastante burdamente alguna explicacion sociológica reduccionista de esta dialéctica Arte/Mujeres/genios. Porque en realidad la hipótesis fuerte de Izquierdo, es que Picasso mantuvo este tipo de relaciones con sus esposas y amantes dentro de un contexto de principios de siglo XX en el que las mujeres dependían mucho de los hombres y en el que él tuvo un trato brutal con sus parejas, pero ellas también lo permitieron. Lo que es seguro, agrega, es que hoy, Picasso no hubiera podido tratar así a las mujeres, habría tenido que buscar otras estrategias de seducción más allá del maltrato y la destrucción. ¿Asi de fácil es la cosa?
Nota de Héctor Pavón en Clarin
Editorial del Interlink Headline News nº 1960 ss acerca de la tortuosa relación entre Picasso y sus mujeres.