Dentro de un mes empezaré mis periplos anuales por el mundo incluyendo el viejo mundo. Invitado nuevamente por mi quertido amigo Jesús Martínez Marín, Responsable de Nous Programes Formatius del Centre d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada, del Departament de Justícia de la Generalitat de Cataluña -y compartiendo nuevamente cartel con Dolors Reig se nos pidió algo un poco distinto, y aprovechando la publicación hace pocos días de la pregunta Edge del año 2011, aquí va al primer barrunto de lo que espero desarrollar allí con sonido, imagen y mucho pirirpipi.
Porque cada año la revista virtual Edge.com liderada por John Brockman inventa una pregunta genial y apuesta a que gente idem la conteste.
Este año ha hecho probablemente la mejor desde que existe preguntando -a partir del brillante psicólogo de Harvard Steven Pinker-a mas de un centenar y medio de científicos de renombre mundial qué concepto científico a su entender mejoraría la capacidad de pensar de cualquier ser humano.
Desde hace al menos 20 años vemos emerger discusiones complejas y confusas acerca del futuro de los medios digitales.
Complejas porque lo que está en juego es el futuro de la lectura y de la escritura, y nosotros como animales simbólicos, que somos estamos atravesados por la macrodieta cognitiva que nos constituye. Cada vez que la misma muta todos los valores y prácticas sociales asociadas se ven consiguientemente afectadas.
Confusas porque al afectar la mediamorfosis en curso a las profesiones ancestrales (en particular a las cinco P que hemos comentado a lo largo de todo el 2010: Profesores, Publicistas, Profesores, imPrenteros y Políticos), muchas veces se aprecia la emergencia de nuevas prácticas metacomunicativas como amenaza y como caballos de Troya, que so pretexto de la introducción de innovaciones (corporativas) atenta en contra de los pilares mismos de la civilizacion occidental (la democracia y familia de palabras asociadas al paradigma de broadcast y de expertise).
Cada profesión convertida en una corporación confunde deliberadamente su supervivencia (particular) con la del todo (social). Si sostenemos que los modelos de negocios del papel están amenazados de muerte se nos acusa de sacrificar a los mediadores del interés general que son los medios, en aras de no se sabe que confabulaciones tecnocorporativas.
Si insistimos en que las intermediaciones que hicieron el agosto de las empresas de broadcast (desde Hollywood a las discográficas, desde las editoriales a los medios masivos) son insostenibles, porque han generado rentas extraordinarias en favor de monopolios -aliados a leyes de copyright francamente absurdas, y han marginado de la distribución a infinidad de productores que nunca han logrado sortear los filtros cognitivos oligopólicos de las distribuidoras, se nos endosa no entender la lógica particular del capital cultural, y se nos enrostra sacrificar la calidad en aras de la cantidad.
Hay algo de muy particular en este fin del año 2010. Y no me remito a eventos macro que hacen temblar el pulso como fue en nuestro caso la conmoción de la estación Constitución hace apenas dos días, o la catástrofe de Villa Soldatti, o el desbande que provocó Wikileaks, o la salvación de los mineros en Chile, cualquier acontecimiento anoticiable.
Porque de esos hubo innumerables, como los hay todos los años. Y de catástrofes, sorpresas, magnicidios o asuntos de los otros ha habido infinitos, y ya que esta semana es de balances, basta con ir a cualquier medio y tener el listado. Aquí tenemos una selección mejor que el promedio.
Hace rato que me preguntaba donde estaban los Labs. Digo esas instituciones parecidos al Media Lab Prado de Madrid. Porque seguramente debía haber otros, además de los que pertenecen a esa red, y que se reunieron en septiembre en un trabajo colaborativo del que participó Carolina Gruffat.
E inesperadamente como siempre sucede cuando se encuentra lo que no se busca, me tope en un Barnes&Noble de Dallas con el libro de David EdwardsThe Lab Creativity and Culture (2010), que cuenta la historia de una seguidilla de laboratorios inspirados en parte en la Bauhaus y en parte en Google, Ideo, Ars Electronica Futurelabs y el ya citado Media Lab del MIT.
Escala, granularidad y comprensiòn de/en las ciencias blandas
La cita del físico decimonónico francés Charles Eugéne Guye nos acompaña desde hace mucho tiempo, y la hemos visto probada mil y una veces en el campo de las ciencias duras, con el aditamento de que muchas veces no solo necesitamos cambiar de escala para ver (crear/descubrir) al fenómeno, sino que encima tenemos que inventar el dispositivo (la teoría concretizada) que haga posible siquiera intuir que hay un fenómeno a ver, teorizar, diseñar, entender y finalmente convertir en dispositivo de persuasión.
Seamos menos enigmáticos. Sin microscopio no habría célula, y sin telescopio no habría cráteres en la luna, ni anillo en Saturno, ni canales (¿secos o mojados?) en Marte y mucho menos ADN o bases. Aunque es claro para que alguien decidiera inventar y arriesgar reputaciòn y pecunio en esos emprendimientos es porque previamente la teorìa llamaba a ver esos fenòmenos intuidos pero aun no comprobados
Pero no solo en las ciencias duras se aplica la máxima de «la escala crea al fenómeno». Otro tanto ocurre en las humanidades, y gran parte de la redología, para no hablar de la teoría de la complejidad, dicen exactamente lo mismo.
Estamos hablando también de granularidad es decir de nivel de resolución, y a medida que nos alejamos de las ciencias duras y nos acercamos a las humanidades y las transdisciplinas, estas cuestiones se agigantan y nuestro desconocimiento (porque cuanto menos sabemos peor actuamos) llega a extremos brutales y autodestructivos. Como se ve en el caso de la educación y muy especialmente en el del uso de tecnologías en la educación.
Fue una cursada atípica, como casi todo lo que hacemos, pero en este caso mas aun por el paro que debilito el funcionamiento de la facultad durante 44 días, que llevo a prolongar las clases casi un mes, que anulo el turno de exámenes de diciembre y que en general genero un clima de caos y desasosiego de que la mayoría de las cátedras aun no logro reponerse.
A menos que supongamos que esta forma de operar es la norma. Que en realidad la facultad esta siempre de aro. Que el orden como se lo concibe en otro lados aquí no cuenta y que estar en el borde, en los márgenes, reinventandonos cada semanas mas que una opción es el ADN de la que estamos hechos en estas pampas.
Nosotros supusimos que no debíamos parar porque hacerlo seria perder el momentum. Dimos clases en condiciones inverosímiles, no perdimos un solo teórico, hasta usamos el del día de la primavera para juntarnos los casi 50 que somos y festejar sino el día del estudiante al menos el de los no-docentes.
El cuatrimestre siguió las huellas del anterior que nos había llenado de satisfacciones y alegrías. Porque en el habíamos ido mucho mas alla de El Proyecto Facebook (algunos éxitos pueden convertirse en pesados mandatos) al generar dispositivos de persuasión masiva.
Porque habíamos logrado capturar las ganas y la creatividad de un puñado de nuevos alumnos que tenían mucho para decir y hacer. Porque al haber perdido insumos claves como nuestra pata audiovisual tuvimos que recrearla ya no en una individualidad sino en el colectivo.
La vida es siempre convulsión, pero este cuatrimestre lo fue mas que de costumbre. Al menos desde que hace ya casi dos años iniciamos estos proyectos que están cambiando la historia de la cátedra y nos han dado un empuje revitalizador. Pero una cátedra como colectivo va mucho mas alla de su presente y es impensable sin una recuperación permanente del pasado y una proyección imaginativa sobre el futuro.
En varias oportunidades recapitulé los 4 o 5 grandes tramos de nuestro devenir desde que iniciamos nuestra vida a principios de 1996. Ya no queda ninguno de los ayudantes iniciales, y ha habido una rotación notable de profesionales debido a múltiples motivos: necesidad de recibirse, elección de otros horizontes, precariedad de la relación institucional, y la lista sigue y sigue. Pero en momentos de intensidad y de alegría como los que estamos viviendo hoy, no conviene olvidarse de la trayectoria y contribución de quienes ya no están con nosotros, y mucho menos aún de quienes vienen trabajando hace una década o mas en consolidar lo que tenemos hoy.
Pueden haber cambiado el estilo o las tendencias, puede haber girado la preeminencia de ciertas modalidades de trabajo, pero en este momento de euforia es apropiado parar un poco la pelota y rendir justo tributo a quienes han hecho posible esta cátedra tal como esta configurada hoy.
El paisaje laboral del futuro está siendo diseñado por la web 2.0 y por la generación M, los que nacieron entre 1980/90: los hiperconectados. ¿Será posible utilizar las tecnologías que se usan para el marketing directo y el diseño de prosumidores fuera de la empresa, para reinventar las organizaciones por dentro? Para lograrlo conviene desbrozar que será el ecosistema del aprendizaje social, un mediador indispensable en esta transición de organizaciones 1.0 a 2.0, que busca la conflictiva reconciliación alfabetogeneracional indispensable para las organizaciones del futuro que no quieran quedarse en el camino.
Se trata de empresas en las que convivirán entre 4 y 5 generaciones, y donde los objetivos de los mileniales difieren ampliamente de los objetivos, valores y expectativas de quienes hoy tienen el sarten por el mango y el mango tambien. Así veremos aparecer promovidos concursos de reclutamiento en Youtube, cada vez se pulsarán mas las cuerdas de Twitter para identificar candidatos prospectivos y nos sumergiremos crecientemente en los videojuegos para detectar habilidades y deseos.
Como todo listado el que encontramos bautizado como The workplace engagement 2020 Model en la obra de Jeanne Meister & Karie Willeyard The 2020 Workplace. How Innovative Companies Attract, Develop, and Keep Tomorrow’s Employees Today es tan arbitrario como cualquier otro, pero mas alla de las fuentes y el procesamiento de la información, lo que estos autores comentan sirve como puntapié inicial para imaginar como diseñar el futuro de los modelos mentales de los mileniales. esa generació que invadirá masivamente la fuerza de trabajo dentro de 10 años, y que sobre la base de un acuerdo con las generaciones precedentes ya hoy empiezan a descontar el futuro de una manera notablemente distinta a como lo hicimos nosotros y las generaciones intermedias que nos separan de ellos. Hacièndolo todo muy difícil. Para nosotros peor tambièn para ellos
Veo en la pared de Facebook un video muy fácilmente caricaturizable
Fue posteado en Julio de 2007 y hoy revive gracias a que algún amigo lo uso para caricaturizar las versiones tecnofetichistas que suponen que la tecnología emparchará definitvcamente la educación. O que la tecnología es una flagrante entelequia y que todos lo sabemos.
Otra amiga aprovecha la movida para insistir que se trata del mismo discurso pero apoyado en otro aparatito. Si antes la varita mágica se llamo cámara de cine o de video, hoy seria Internet o las computadoras.
Para que tamaño tecnoreduccionismo no cunda -dicen los buenos pedagogos- lo que necesitaríamos es el exorcismo pedagógico supongo. Buenos cursos, buenas capacitaciones, buena formación docente.
En el video la monserga no está ausente y por eso el presentador/locutor insiste en que la tecnología es un gigante bobo a menos que detrás de los ojos de la cámara haya un cerebro….. su cerebro!!!!. es decir el cerebro del docente.
Hoy diríamos que detrás de los ojos deben haber muchos cerebros, especialmente el de los otros. Los discursos de los años 50 se parecerán a los de hoy, pero las realidades son bastante distintas.
Y como es tan facil hoy en dia encontrar ejemplos que se contraponen y anulan mutuamente basta posar los ojos en el muro de Facebook y encontrar que otro amigo me recomienda que vea esta pelicula Waiting for superman, cuyo trailer pone un poco mas las cosas en perspectiva.
Que la tecnología no sirve para emparchar la escuela no es ninguna novedad. Pero que al escuela se ha vuelto absolutamente autocontradictoria porque se plantea obejtivos irrealizables, porque se sigue vendiendo como escalera de ascenso social, cuando la sociedad hace rato que se ha venido abajo, y porque los discursos pedagógicos progresistas ignoran que la escuela se ha quedado sin funciones es algo que quienes se mofan de la tecnología educativa aplicada pasan demasiado rápidamente por alto
Por ello en vez de caer en la provocación de tener que elegir entre una tecnología pedagogizada o una pedagogia tecnologizada, sin que haya mayor diferencia entre una y otra, debemos tomarnos mas en serio que lo que aqui no va mas no es tanto una visión tecnoreduccionsita o pedagógica lienal sino una verdadera critica de la sociología de la educación critica. O lo que es lo mismo de nuestras lecturas ingenuas acerca de la función de la escuela en la sociedad postmediàtica.
Luego de 6 semanas de cursada en condiciones insólitas, y demostrando que el esfuerzo, la inventiva, las ganas y la voluntad de reinvención están mas que inscriptas en este colectivo de la Cátedra de Datos, llegó la hora del primer balance, de la recuperación de los ejes centrales de la cursada, y del inventario de caminos posibles, no solo para mejorar las producciones, sino sobretodo para ir decantando un nuevo tipo de experiencia pedagógica, que remite a distinciones inusuales, y que necesita de un mapeo permanente de conceptos sobre hechos para poder avanzar en el trabajo impulsado por la cátedra.
Hace pocos días atrás tuvo lugar en Madrid, España un interesante evento “Education Global Forum 2010” (EGF10), al cual fueron invitados líderes mundiales en educación disruptiva como Marc Prensky (quien estuvo hace poco en Buenos Aires), Eduardo Punset, Ken Robinson -valiosisimos sus últimos videos en especial Changing Paradigms (con traducciòn al castellano)