Hace rato que me preguntaba donde estaban los Labs. Digo esas instituciones parecidos al Media Lab Prado de Madrid. Porque seguramente debía haber otros, además de los que pertenecen a esa red, y que se reunieron en septiembre en un trabajo colaborativo del que participó Carolina Gruffat.
E inesperadamente como siempre sucede cuando se encuentra lo que no se busca, me tope en un Barnes&Noble de Dallas con el libro de David EdwardsThe Lab Creativity and Culture (2010), que cuenta la historia de una seguidilla de laboratorios inspirados en parte en la Bauhaus y en parte en Google, Ideo, Ars Electronica Futurelabs y el ya citado Media Lab del MIT.
Escala, granularidad y comprensiòn de/en las ciencias blandas
La cita del físico decimonónico francés Charles Eugéne Guye nos acompaña desde hace mucho tiempo, y la hemos visto probada mil y una veces en el campo de las ciencias duras, con el aditamento de que muchas veces no solo necesitamos cambiar de escala para ver (crear/descubrir) al fenómeno, sino que encima tenemos que inventar el dispositivo (la teoría concretizada) que haga posible siquiera intuir que hay un fenómeno a ver, teorizar, diseñar, entender y finalmente convertir en dispositivo de persuasión.
Seamos menos enigmáticos. Sin microscopio no habría célula, y sin telescopio no habría cráteres en la luna, ni anillo en Saturno, ni canales (¿secos o mojados?) en Marte y mucho menos ADN o bases. Aunque es claro para que alguien decidiera inventar y arriesgar reputaciòn y pecunio en esos emprendimientos es porque previamente la teorìa llamaba a ver esos fenòmenos intuidos pero aun no comprobados
Pero no solo en las ciencias duras se aplica la máxima de «la escala crea al fenómeno». Otro tanto ocurre en las humanidades, y gran parte de la redología, para no hablar de la teoría de la complejidad, dicen exactamente lo mismo.
Estamos hablando también de granularidad es decir de nivel de resolución, y a medida que nos alejamos de las ciencias duras y nos acercamos a las humanidades y las transdisciplinas, estas cuestiones se agigantan y nuestro desconocimiento (porque cuanto menos sabemos peor actuamos) llega a extremos brutales y autodestructivos. Como se ve en el caso de la educación y muy especialmente en el del uso de tecnologías en la educación.
Cuando junto a Carolina Gruffat imaginamos como curar el evento El Paréntesis de Gutenberg en el CCGSM todo estaba abierto a las posibilidades mas diversas, pero también al fracaso mas estentóreo: ¿cuántas mesas habría?, ¿qué tipo de exposición primaría?, ¿cuál sería la duración de las charlas? y sobretodo ¿cómo se concretaría la articulación y la selección de los invitados?
Porque varios vendrían por compromisos previos, otros habían sido solicitados por alguna institución sponsor, a la mayoría los conocíamos de vidas pasadas, pero a algunos tuvimos que googlearlos. Queríamos combinar algunos consagrados con otros noveles, queríamos darle el mismo espacio a la práctica y a la teoría, queríamos tener intervenciones cortas y vibrantes, sin por ello perder densidad y relevancia.
Como siempre sucede nuestras intuiciones y expectativas se cumplieron en algunos casos y fallaron en otros. Cada persona es un mundo, cada mañana anuncia nubarrones o días felices sin anticipación posible, así que la lotería es mejor predictor del éxito fracaso de un orador que cualquier algoritmo bien afiatado.
Y así como hubo alguna decepción circunstancial, también hubo un par de sorpresas extraordinarias, Entre estos tapados figuró la expositora número 33 (con la ausencia de último momento de dos oradores a ella le tocaria ser la penúltima) una directora de colegio secundario que arrancaría aplausos y empatía a granel, y que se convertiría a mi gusto en una de las mejores expositoras del evento. ¿Cómo y qué ocurrió?
Veo en la pared de Facebook un video muy fácilmente caricaturizable
Fue posteado en Julio de 2007 y hoy revive gracias a que algún amigo lo uso para caricaturizar las versiones tecnofetichistas que suponen que la tecnología emparchará definitvcamente la educación. O que la tecnología es una flagrante entelequia y que todos lo sabemos.
Otra amiga aprovecha la movida para insistir que se trata del mismo discurso pero apoyado en otro aparatito. Si antes la varita mágica se llamo cámara de cine o de video, hoy seria Internet o las computadoras.
Para que tamaño tecnoreduccionismo no cunda -dicen los buenos pedagogos- lo que necesitaríamos es el exorcismo pedagógico supongo. Buenos cursos, buenas capacitaciones, buena formación docente.
En el video la monserga no está ausente y por eso el presentador/locutor insiste en que la tecnología es un gigante bobo a menos que detrás de los ojos de la cámara haya un cerebro….. su cerebro!!!!. es decir el cerebro del docente.
Hoy diríamos que detrás de los ojos deben haber muchos cerebros, especialmente el de los otros. Los discursos de los años 50 se parecerán a los de hoy, pero las realidades son bastante distintas.
Y como es tan facil hoy en dia encontrar ejemplos que se contraponen y anulan mutuamente basta posar los ojos en el muro de Facebook y encontrar que otro amigo me recomienda que vea esta pelicula Waiting for superman, cuyo trailer pone un poco mas las cosas en perspectiva.
Que la tecnología no sirve para emparchar la escuela no es ninguna novedad. Pero que al escuela se ha vuelto absolutamente autocontradictoria porque se plantea obejtivos irrealizables, porque se sigue vendiendo como escalera de ascenso social, cuando la sociedad hace rato que se ha venido abajo, y porque los discursos pedagógicos progresistas ignoran que la escuela se ha quedado sin funciones es algo que quienes se mofan de la tecnología educativa aplicada pasan demasiado rápidamente por alto
Por ello en vez de caer en la provocación de tener que elegir entre una tecnología pedagogizada o una pedagogia tecnologizada, sin que haya mayor diferencia entre una y otra, debemos tomarnos mas en serio que lo que aqui no va mas no es tanto una visión tecnoreduccionsita o pedagógica lienal sino una verdadera critica de la sociología de la educación critica. O lo que es lo mismo de nuestras lecturas ingenuas acerca de la función de la escuela en la sociedad postmediàtica.
Llueven datos para confirmar/disconfirmar que estamos entrando en una nueva fase civilizatoria. Como cada uno escande sus bisagras históricas según el calendario que mas le viene en gana (antes o después de Cristo, antes o después de Google, antes o después del capitalismo, antes o después del fordismo, antes o después de la ideología, antes o después de Perón, antes o después de los K o quien mas o menos les venga en gracia), podemos recortar y puntuar a piacere (al mejor estilo Watzlawick), y la realidad que queramos construir se apoltronará mejor o peor a nuestro relato de turno.
Durante las últimas décadas el fiel de la balanza de la filosofía de la historia osciló entre modernidad y postmodernidad, entre estructuralismo y existencialismo, entre autores y teorías, para quienes hemos hecho del consumo de símbolos, además de una necesidad cotidiana, una forma de (reproducción material) vida.
Por eso es muy dificil saber si el libro, el periodismo, o los profesores, o la publicidad o la política están moribundas o rozagantes, están en coma (natural o inducido), están por revivir o nunca murieron del todo, o si son como la hidra, autorreproducibles o como los autómatas de Von Neumann autorreplicables.
Tomemos la ya aburrida distinción libro de papel vs libro electrónico. Hace al menos 20 años que se la anunció como dipolo merecedor de discusión y enconos, de argumentos y justificaciones, peros sobretodo de inversión y de apuesta.
Porque si bien la discusión tiene mil variantes y niveles, en definitiva hay dos polos que se verán afectados en forma significativa por la transmutación del libro, o su lisa y llana desaparición, si es que eso pudiera ocurrir algún día.
Luego de 6 semanas de cursada en condiciones insólitas, y demostrando que el esfuerzo, la inventiva, las ganas y la voluntad de reinvención están mas que inscriptas en este colectivo de la Cátedra de Datos, llegó la hora del primer balance, de la recuperación de los ejes centrales de la cursada, y del inventario de caminos posibles, no solo para mejorar las producciones, sino sobretodo para ir decantando un nuevo tipo de experiencia pedagógica, que remite a distinciones inusuales, y que necesita de un mapeo permanente de conceptos sobre hechos para poder avanzar en el trabajo impulsado por la cátedra.
Hace pocos días atrás tuvo lugar en Madrid, España un interesante evento “Education Global Forum 2010” (EGF10), al cual fueron invitados líderes mundiales en educación disruptiva como Marc Prensky (quien estuvo hace poco en Buenos Aires), Eduardo Punset, Ken Robinson -valiosisimos sus últimos videos en especial Changing Paradigms (con traducciòn al castellano)
Un buen proyecto llega a su fin. A proyecto muerto, proyecto puesto
A principios de Octubre de 2010 están por cumplirse los dos años desde la primera vez que empezamos a pensar en el Proyecto Facebook. Las primeras reuniones que lo vieron emerger tuvieron lugar a fines de 2008, en esa época yo usaba poco y nada tanto a Facebook como a Twitter, y jamás me pude imaginar que una iniciativa puramente académica tendria los reflejos, rebotes, carambolas y la recepción que en definitiva el proyecto tuvo.
Hace un tiempo hicimos la cronología de sus principales momentos, y hemos repetido hasta el hartazgo sus supuestos, sus aspiraciones, su metodología, sus encarnaciones, los efectos buscados, los logros inesperados, la ruptura del pacto pedagógico que el mismo supuso, y que para nuestra sorpresa convertiría a una buena cátedra -que exigía mucho y planteaba lecturas de una dificultad notable- en una usina no solo de ideas y de proyectos, sino tambien y sobretodo de formatos y propuestas, casi en el borde de lo educativo, e invadiendo terrenos como la publicidad, el periodismo, las politicas editorials y vials operas indiustrias de psih.
Primero hubo un proyecto, después se produjeron dos cursadas con sus consabidos trabajos, después vinieron los 4 meses en los que codificamos la experiencia, y la cuarta y última fase fue la presentación del libro en 5 ciudades en forma sucesiva a lo largo del año 2010: Buenos Aires (Mayo), Madrid (Junio), Bogota (Julio), Barcelona (Septiembre), Mexico (Octubre)
Se habla tanto de la crisis de las profesiones P, que cuando nos encontramos con auténticos ejemplos de su superación, o no lo creemos, o pasamos por alto la existencia efectiva de pocas pero convincentes manifestaciones de su posible reinvención. Lo mismo ocurre en el sector editorial, educativo y publicitario.
La verdad es que ya estamos hartos tanto del diagnostiquismo eterno de las crisis, asi como de las treinta mil variantes bonapartistas que proclaman su resolución, para aburrirnos con mas de lo mismo, con la rectificación de nombres y sobretodo con promesas que son solo parches y retórica.
Pero también nos irrita cada vez mas no reconocer cuando de tanto en tanto alguien, generalmente un grupo, da un salto cualitativo y muestra cómo se deben hacer las cosas, qué logros son realmente discontinuos respecto de lo aburridamente existente, y cómo se los ningunea o evita con miradas condescendientes, con comparaciones ridículas o con una ignorancia corporativa que vemos aumentar día a día.
Por suerte esta vez no vamos a hablar de la post-educación, aunque cada día tenemos mas que decir al respecto, sino del post-periodismo. Y lo haremos en dos tiempos. A partir de un encuentro/entrevista que tuvimos el pasado viernes con Gumersindo Lafuente en el Café Gijon en el Paseo de los Recoletos en Madrid, complementando con una espectacular entrevista que el periodista Joseba Elola le hizo a Alan Rusbridger, director de The Guardian, en el Pais de este domingo.
«En el momento en que Martin Lutero clavó sus tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg, el papado perdió la mitad de su valor de mercado» (Paul Saffo).
El libro Designing Mediaeditado por Bill Moggridge es de una exquisitez sin igual. Dividido en 6 secciones: 1. Here to stay, 2. Yes we can, 3. New connections, 4 Both Worlds, 5 Content is king y 6. Let the truth be told, es una manual excepcional cuando de pensar y rehacer medios se trata.
Iniciamos esta saga recuperando la primer entrevista que Moggridge le hace a Paul Saffo, un forecaster y no un futurista (aquí la versión en video en inglés, de la cual nuestro comentario es apenas una glosa respetuosa buscando aristas para generar nuevos medios.
Los libros eruditos, una especie en riesgo de extinción
Hace unos días una coayudante de cátedra se irritaba con razón por el carísimo precio de los libros, que aun se siguen imprimiendo. O por el precio no menos exorbitante de las reediciones de clásicos, que aun circulan en un número que merece su publicación sobre papel. Para peor las editoriales se ven frente a la amenaza de la muerte de los lectores (compradores) y se equivocan de cabo a rabo pretendiendo cobrar cada vez mas por las ediciones digitales (cuando existen) para que éstas financien a las de papel.
El resultado está a la vista. 6 meses de experiencias de venta de revistas en iPad han terminado en un sonoro fracaso como nos explica Frédéric Filloux en iPad publishing: time to switch to v2.0, mientras que -a pesar de todo- los nuevos soportes están liquidando los hábitos y prácticas de lectura (periodísticas) de siempre como muestra Bradford en Why the iPad is Destroying the Future of Journalism
Como si esos datos no fueron de por si muy poco auspiciosos, tenemos que añadirle al panorama un elemento mucho mas procupante. La progresiva desaparición de los libros eruditos está llevando a una perdida de un tipo de investigación y análisis, de una sutileza y densidad a veces exageradas, pero no por ello menos valiosas cuando lo que se quiere analizar es precisamente estas mediamorfosis.