Festival de narcisistas
Efectivamente no se trata de un documental político. Ni la voz engolada de un locutor, ni la picardía imbécil de una cámara oculta, ni la pregunta supuestamente inteligente buscando destrozar al interlocutor, ni la bajeza de la edición o montaje final que puede hacer quedar como un genio a un idiota y viceversa están presentes -afortunadamente- en esta película.
Ninguno de esos vicios o cortesías atraviesa esta película menor que con cierta pretensión disfrazada de falta de pretensión insinúa haber recorrido el peso de los últimos 8 presidentes que supimos conseguir.