Saltar al contenido

Categoría: Irreduccionismo

Bienvenidos a los Revolabs. Lo digital como preludio (opcional) al cambio real


Una idea es una diferencia que hace una diferencia

Una idea es una diferencia que hace una diferencia. Lo sostuvo el genial Gregory Bateson e inusitadamente las vemos propagarse estos días por las latitudes menos imaginables a través de insurgencias sociales desplegadas en nombre de la democracia, los movimientos de liberación, el cuestionamiento del status quo, o una nueva oscilación del péndulo de la historia.

Lo cierto es que los vientos de cambio asolaron a Europa Oriental a principios de los años 90, destronaron al neoliberalismo en América Latina a principios de los 2000, están hundiendo al proyecto de la Unión Europea desde fines de la primer década del Tercer Milenio, y finalmente están liquidando a las autocracias árabes en el norte de África, con estribaciones recientes en Turquía (donde arrinconan al primer ministro Recep Tayyip Erdogan, el mayor enemigo de las redes sociales desde el destronamiento de Hosni Mubarak, y al propio Brasil -afortunadamente ganador-, cuando quería vivir su hora de gloria con la Copa de las Naciones, aperitivo del Mundial del 2014 y las Juegos Olímpicos de 2016).

Toda revolución siempre estuvo asociada o codeterminada a/por los medios de comunicación, desde las revoluciones burguesas y su filiación en el libro, hasta la caída de las repúblicas socialistas, corroídas por la radio y la televisión capitalistas. Siguiendo con este enfoque, son muchos los que creen conectadas causalmente a las redes sociales con las revoluciones árabes y las que vendrán.

Es un meme interesante y casi convincente. Sin embargo desde las dudas que abrigó Malcolm Gladwdell cuando insistió en que la revolución no sería twitteada, hasta las observaciones mucho más sutiles de Manuel Castells para quien correlación no es causalidad, desmienten tanta facilidad explicativa.

La interminable querella entre los duros y los blandos, los antiguos y los modernos, los datos y la interpretación

Screen Shot 2013-04-06 at 4.47.04 PM

La Tradición Clásica

Hace chiquicientos años compré dos voluminosos tomos del FCE laboriosamente burilados por Gilbert Highet titulados la Tradición Clásica (traducción del original de 1949 de The Classical Tradition: Greek and Roman Influences on Western Literature). Alli en mas de 800 págines Highet se hacía preguntas que tienen hoy tanta vigencia (sino mas) que hace medio siglo atrás.

¿Qué debe nuestro mundo contemporáneo al mundo de Grecia y Roma? ¿Qué lazo nos une con Homero y Virgilio, con Píndaro y Horacio, con Cicerón y Plutarco? Para Highet los hombres del Renacimiento no necesitaban preguntárselo: la atmósfera en que ellos vivían estaba saturada del hálito de la Antigüedad, pues el Renacimiento, en la literatura, no fue en gran parte sino una resurrección del admirable pasado de Grecia y Roma. Highet, Batesonianamente buscaba (inventar) pautas que conectan.

Pero el hombre moderno, envanecido por sus adelantos técnicos, necesita plantearse esas preguntas. Es lo que hace ese libro de Gilbert Highet. Nuestra deuda para con el mundo clásico, el lazo que con él nos une, los bienes espirituales que de él hemos recibido: tales son sus temas. Tradición y creación individual son las dos grandes fuerzas que mueven la literatura. Y la tradición clásica ha sido y es, una de las más poderosas. Amplifivada hasta el paroximo por la daga de la muerte del libro que hoy vive su enésima reencarnación.

Gilbert Highet traza la historia de esta deuda de las literaturas modernas para con las literaturas clásicas, desde la remota Edad Oscura (bastante menos de lo que creemos) hasta los tiempos presentes, pasando por la Edad Media, el Renacimiento, la era barroca, la era revolucionaria o romántica y el siglo XIX.

La tercera cultura: de la retórica a la epistemología experimental. Del Reality Club en Manhattan a la Universidad de Buenos Aires

Brockman at the Factory with Andy Warhol and Bob Dylan

La retórica de la Tercera Cultura. Todo bien con eso pero…..

Si bien nunca participé (como si lo hizo por ejemplo nuestro entrañable amigo Francisco Varela) de las reuniones que John Brockman organizaba los viernes a la tarde (y que tenían lugar en restaurantes chinos, lofts de artistas, salas de la Rockefeller University o en The New York Academy of Sciences entre los años 1981 y 1996 en Manhattan, y que se convertirían en las maravillosas conferencias del Reality Club, siempre estuve muy atento a lo que allí ocurría, primero gracias a los libros que las condensaban y después (desde 1997) a su brillante despliegue en la red a traves del sitio edge.org.

Con un valor agregado que no se encuentra en casi ningún otro sitio, Edge.org convocó en esta década y media desde que está on line a mas de ciento cincuenta reverberadores seriales entre los que se encuentran: Daniel C. Dennett; Richard Dawkins, Freeman Dyson, Niles Eldredge, Murray Gell-Mann, Stephen Jay Gould, Stewart Kauffman, Benoit Mandelbrot, Lynn Margulis, y George Williams (científicos); Mihaly Csikszentmihalyi, Howard Gardner, Steven Pinker y Roger Schank (psicólogos); así como artists, teólogos, editores, escritores y críticos sociales (aquí algunas charlas).

Dada la calidad de los aportes (curiosamente mucho mas fuertes del lado científico que del literario o artístico) nos pusimos muy contentos cuando vimos traducidas al castellano una variedad de sus publicaciones anteriores (que hoy alcanzan a las 15 antologías) empezando con La Tercera Cultura. Mas allá de la revolución científica por Tusquets en 1996, seguidas de varias compilaciones mas recientes como Cultura, Mente y Vida en ediciones Critica que, diseminan esas charlas en nuestro idioma

Pero todo esto es ya historia vieja. Si hoy volvemos al tema es porque en el marco del rediseño del Programa de la cátedra Datos del año 2013 creemos llegado el momento de salir de la nebulosa conceptual de la Tercera Cultura y adentrarnos profundamente en sus usos pragmáticos.

La big data llegó a la política y ya nada será lo mismo

Screen Shot 2013-02-05 at 8.42.20 AM

¿La Big data salvará a la política?

Vimos la revista en Miami y no alcanzó a llamarnos tanto la atención. Se trataba de una tapa que florea a un Bono de U2 gigante, y cuyo pie de página anuncia en gran tipografia «Big Data will save politics«. Curiosamente mientras que todo lo que diga «big data» nos convoca a un consumo instantáneo, que se tratara de una intersección entre la big data y la política no nos movió un pelo, y eso que íbamos camino a un Seminario Internacional de Campañas electorales. Y eso que mas de la mitad de la revista, de la siempre llamativa MIT Technology Review, estaba dedicada a analizar hasta el caracú los vericuetos de la reelección de Obama.

Pero algo nos hizo ruido en las jornadas y ya despegando de México de regreso a Buenos Aires pareció un sacrilegio pasar por alto la lectura de un conjunto de artículos bastante complejos que empezaban con una historia de los intentos de usar datos personalizados en las campañas electorales en USA a manos de Joe Trippi quien fungió como jefe de campaña en la celebre nominación perdida de Howard Dean y participó de las campañas presidenciales de Ted Kennedy, Walter Mondale, Gary Hart, Dick Gephardt, Jerry Brown. Su articulo se titulaba nada inocentemente «Technology has given politics back its soul» y tuvieron su culminación en la extensa y compleja nota de Sasha Issenberg (Autor del notable The Victory Lab: the secret science of winning campaigns del cual este articulo es una brillante síntesis) «How President’s Obama campaign used big data to rally individual voters«.

De estratificaciones, accountability y organizaciones egoístas

selfishness1

Estratificación y responsabilidad gerencial

Cuando hace un par de años atrás Ricardo Czikk me pidió que leyera una nota de Harald Solaas (lamentablemente desaparecido en Octubre de 2012) inspirada de pe a pe en su aprendizaje de las ideas de Elliott Jacques me negué, diciéndole que aunque me parecía llamativamente convincente y de un rigor intelectual sin par, había «un no se qué» que me hacía ruido en su planteo, pero que rebatirla sería sumamente arduo y requeriría de un tiempo y una energía enormes, que no estaba dispuesto a invertir entonces, y como terminó sucediendo, tampoco ahora.

No es la primera vez que me encuentro con interlocutores formidables que cumplen con el axioma central de la discusión creativa cual es de que no se piensa a favor de ciertas ideas o pensadores, sino que se piensa en contra. Como la realidad es lo que se nos resiste (dixit Max Scheler), la realidad de las ideas ajenas es lo que pone en marcha el motor de nuestra propia capacidad de reflexión, de crítica y de superación (provisoria) de las ideas de los demás. Y en este sentido la dupla Solaas/Jacques despierta grandes dosis de discrepancia argumentativa.

Una idea es batesonianamente una diferencia que hace una diferencia. Para Solaas esas diferencias en el pensamiento de Jacques están encapsuladas en dos máximas de un poder enorme cuales son la estratificación natural del trabajo humano y la responsabilidad (accountability) gerencial.

Ciencia abierta y mentes cerradas en la era de las desintermediación desenfrenada

swartz

En el mundo hay mucha gente que piensa y hace de lo mejor. Antes identificarlos era mucho mas difícil porque vivíamos en un mundo de escasez, de bajo acceso, de nichos incomunicados. Hoy gracias al poder desintermediador de Internet estas murallas (como las de Loudun) empiezan a derribarse, y de pronto es posible entablar conversaciones y fomentar encuentros de alto voltaje intelectual, aunque vivamos a miles de km de distancia, o cuando nuestros antecedentes de encuentros físicos hayan sido mínimos. Despues de haber departido con Joaquín Rodríguez y Antonio Lafuente en algunas ocasiones, habiendo leído La Nueva Ciudad de Dios. Un Juego Cibercultural Sobre el Tecno-Hermetismo con coautoria de Andoni Alonso, estos tres quijotes de lo abierto me pidieron un prólogo para su próxima obra a ser publicada en Cátedra bajo el titulo “Todos sabios! Ciencias ciudadana y conocimiento expandido”. Mas alla de mi vagancia crónica y de lo cómodo que es leer en vez de escribir, ante su insistencia no me quedó sino complacerlos y he aquí lo que su excelente obra despertó como eco ligeramente desfasado. Gracias amigos

Dar la vida por lo abierto

Enero de 2013 nos despertó con una noticia que jamás habríamos querido encontrar como titular de algún medio y mucho menos ver devenido en un hashtag muy concurrido en la red. Un joven de 26 años se suicidaba, no por motivos amorosos o por algún desengaño político, sino por haber sido amenazado por una fiscal federal de USA con penas de 30 años de cárcel y 1 millón de dólares de multa por haberse animado a regalarle al mundo una base de datos conteniendo 4 millones de artículos científicos.

El juicio que debería haberse celebrado a principios de abril del 2013 lo ponía entre las cuerdas, no por haber intentado (y logrado) hacerse de números de tarjetas de crédito, no por haber usufructuado información confidencial en provecho propio o de terceros, no por haber descollado en el comercio algorítmico, no por haber ganado un sólo centavo con sus habilidades magistrales habiendo convertido al código computacional en un arte. Sino porque usufructuando clandestinamente la red del MIT y sus credenciales -el que era un alumno de lujo de Harvard- logró acceder a la base de datos de JSTOR (archivos académicos) y descargar 4 millones de archivos sin siquiera ocultar su identidad. Al punto de que en cuanto se descubrió que había enchufado una portátil a la red y que era suya, entregó los discos y JSTOR quiso que todo terminara -no asi el gobierno de USA y el propio MIT.

El suicida se llamaba Aaron Swartz y fue uno de los activistas de Internet que hicieron de la libertad de expresión y de la internet abierta una de sus banderas; fue parte gigante del freno a SOPA/PIPA, y como hacker había colaborado en la especificación RSS a los 14 años y hasta cofundado REDDIT en 2010 .

Como bien dijo Cory Doctorow en una de las innumerables obituarios que sacudieron a la red: “Para el mundo: todos perdimos hoy a alguien que tenía más trabajo por hacer, y que hizo del mundo un lugar mejor cuando hizo su trabajo.”

Este infortunado suicidio de Swartz está mas que ligado a la tesis de Antonio Lafuente/Andoni Alonso/Joaquín Rodríguez acerca de que ser sabios no es cosa de unos pocos. ¿Cómo es posible establecer este inesperado paralelismo?

Interfases del futuro, de la ciencia ficcion a la crasa realidad y vuelta Primera Parte de Varias

Viñetas de un futuro que aún no llego… por suerte

Una de las escenas mas dramáticas de la historia del divorcio entre humanos y máquinas pertenece a la película de Stanley Kubrick 2001. Odisea de espacio. (1967). A la orden dada por el astronauta Frank Bowman a HAL (Heuristically programmed ALgorithmic computer), la computadora que controla al Discovery One, la nave que lo lleva a Jupiter sin que él lo sepa: «Open the door Hal» varias rondas de conversación mas tarde Hal contestará: «I know that you and Frank were planning to disconnect me, and I’m afraid that’s something I cannot allow to happen«. (Hal 9000 VS Dave – Ontological scene in 2001: A Space Odyssey). El gran impact psicológico de esta desavenencia trágica está dada por el tenor de la voz humana de Hal. Para desafiar a un humano nada mejor que hacerlo en un registro verbal terso y convencido. Cuando se trata de discusiones ligadas a la vida y a la muerte nada mas potente que un tete a tete sonoro.

En Star Trek IV: The Voyage Home (1986) que transcurre en el año 2286 al ingeniero Montgomery Scott confrontado con una computadora del siglo XX le acercan un mouse (disponible públicamente recién dos años antes gracias a la Mac 128K) y él le habla como si fuera una interfaz verbal (natural en su futuro), hasta que alguien le recomienda que use un teclado (natural en nuestro presente).

En Minority Report (2002) así como en IronMan 2 (1992) nos encontramos con interfases hápticas y gestuales que todavía hoy nos sorprenden por su belleza, eficacia pero sobretodo diferencia abismal con las interacciones efectivas que tenemos con las computadoras actuakes, que oscilan desde una primacía casi total de los teclados y el mouse en las desktops y portátiles, hasta la presencia creciente de las interfases táctiles (hipereduccionistas, lo que un critico ha denominado Pictures under screens) en las tabletas y en las computadoras híbridas.

Las “Digital Humanities” y como pensamos en la era de la análitica cultural. 2da Parte

distantreading

Tecnogénesis y coevolución

La propuesta de Katherine Hayles no se agota con la presunción de que pensamos distinto porque los medios con los que interactuamos son muy diferentes de los que predominaron durante los 500 años de hegemonía de la imprenta. Mas alla de este semitruismo mcluhaniamente plantea que estas diferencias son atribuibles a una tecnogénesis, dado que los humanos y la técnica hemos coevolucionado desde el fondo de la historia tal como se comprueba con la emergencia del bipedalismo junto con a manufactura de herramientas y al transporte en una causalidad recíproca continua.

A ello debemos sumarle el efecto Baldwin según el cual cada vez que ocurre una mutación genética su dispersión a través de la población se acelera cuando la especie reingenieriza su entorno de modo tal que la mutación sea mas adaptativa. Los cambios epigenéticos iniciados y trasmitidos a través del entorno en vez de a través del código genético tienen una fuerza notable y a su vez pueden ser acelerados por cambios en el entorno que los hacen mas adaptativos, lo que lleva recursivamente a producir mas cambios epigenéticos que al producirse en forma mucho mas acelerada que los biológicos, amplifican a su vez los procesos de transformación en curso.

Entre esos cambios epigenéticos uno que sobresale en términos de tecnologías cognitivas son las mutaciones en la capacidad de lectura (algo que que como bien explícitó Antonio Dehanae en Reading in the brain) al no tener inscripción genética permite cambios significativos mas alla de cualquier mutación), que después de haber estado centradas durante centenares de años (y muy particularmente a nivel crecientemente masivo desde el advenimiento de la imprenta) en la lectura exegética, interpretativa y/o hermeneútica, comenzó en las últimas décadas (otros dirán que el fenómeno viene desde mas atrás a partir del advenimiento de la cultura de masas de los años 1920 en adelante) a convertirse en nuevas modalidades y formatos y muy particularmente en algo que desde los años 1990 (con el advenimiento de la web) denominamos hiperlectura.

Las «Digital Humanities» y como pensamos en la era de la análitica cultural

mangamillon

Deviniendo posthumanos y mas aun

Conocí a Katherine Hayles en un evento organizado por la Media Ecology Association en México en el 2007. Habia leído un par de sus libros como Chaos and Order: Complex Dynamics in Literature and Science. (ed.), (Chicago: The University of Chicago Press, 1991) y How We Became Posthuman: Virtual Bodies in Cybernetics, Literature and Informatics, (Chicago: The University of Chicago Press, 1999.

Mientras tanto eHayles había escrito un conjunto de ensayos sobre la intersección entre tecnología y cultura, y mas precisamente de la interacción entre narrativa y tecnología sumamente destacables tales como Nanoculture: Implications of the New Technoscience (ed.), 2004 y Writing Machines (Cambridge: The MIT Press, 2002).

Como la mujer, que ya pisa los 70 años, no descansa nunca, año a año fue profundizando en estas intersecciones desde la veta autobiográfica como en My Mother Was a Computer: Digital Subjects and Literary Texts (Chicago: The University of Chicago Press, 2005), metiéndose de lleno en la literatura digital como en Electronic Literature: New Horizons for the Literary, (South Bend: University of Notre Dame Press, 2008), para finalmente publicar este año un impresionante conjunto de ensayos y reflexiones concentradas en una pregunta que se hiciera Vannevar Bush hace cerca de 80 años en How we may think , con la diferencia de que ella no especula tanto acerca de como será el futuro sino que en How We Think: Digital Media and Contemporary Technogenesis (Chicago: The University of Chicago Press, 2012). trabaja con un detalle y una profundidad pocas veces vista antes, como escribimos, pensamos, investigamos, nos comunicamos, nos conectamos, etc en el entorno digital.

Ah si, es una persona de muy bajo perfil, encantadora, muy profunda en sus comentarios y observaciones, muy abierta al diálogo y contrariamente a lo que podría surgir de su apuesta por lo cyborg, lo posthumano y lo hiperdigital, tiene una fina sensibilidad hacia la cultura clásica, está empapada de las problemáticas centrales de la cultura humanista, y aunque defiende a rajatabla el nuevo paradigma digital, ello no implica para nada que desconfíe o esté dispuesta a sacrificar miles de años de cultura letrada, de sesudas reflexiones o de análisis mas que profundos acerca de la naturaleza humana, su cultura, su tecnología y aledaños a manos del tsunami eidético o la lectura fragmentaria y superficial.

Hacia un materialismo cultural de segundo orden

Otra trilogía que merece mucha mas aprehensión y difusión

Habían pasado escasos meses desde la publicación del original The Craftsman de Richard Sennett (primera obra del tríptico que se continuaría con Guerreros y Sacerdotesy El extranjero, cuando hicimos en «De Wittgenstein flies a kite», a «The Craftsman» de Richard Senett» una oportuna referencia a una obra que Anagrama traduciría un año mas tarde, y que debe figurar sin dudas como una de las balizas mas importantes de las que disponemos actualmente para escaparle como a la peste al idealismo (y a los reduccionismo, incluyendo al tecnológico), a la vez que nos permite retomar una rica y perdida tradición de revalorización de la práctica (especialmente de la escuela francesa en donde anidan autores como Gilbert Simondon (1924-1986), André Leroi-Gourham (1911-1986)).

Pasa el tiempo y cada vez entendemos menos el rol de la tecnología, de los oficios, del hacer en una sociedad crecientemente atenazada por un lado por el delirio místico de los conceptos (al mejor postor), y por el otro por un consumo de bienes finales que cada dia mas vienen encapsulados en cajas negras.

Por eso cuando estamos a bordo de un lab que viene marcando el ritmo del hacer (pensando) a una velocidad rauda, mientras sintonizamos cada vez mejor con las variadas tribus urbanas y rurales que fragmentan acompasadamente el territorio nacional (para lo cual devenir extranjeros es el mandato obligado), retomar no tanto las conclusiones de una obra -como la de Sennett- que ya lleva medio siglo de construcción laboriosa, sino ciertos impulsos y marcos referenciales para «bajarla» a nuestra tarea cotidiana en los Labs como dispositivos de aprendizaje, será un buen ejercicio y ayudará a replicar y amplificar nuestros esfuerzos.