Debatir lo imposible
Los argentinos somos capaces de debatir lo indebatible, y al revés de no debatir lo debatible. Fallos como los de la Cámara de Apelaciones de la provincia del Neuquén que consideraron que “es posible un embarazo sin acceso carnal” y que “no puede descartarse que no haya habido introducción ni siquiera parcial del pene en la vagina”, al referirse al abuso por parte de una nena de 12 años del crápula de un policía retirado de 73 años, nos dejan pedaleando en el aire. Mientras, somos bombardeados a diario por infinitos discursos acerca del debe ser, de lo que yo haría si estuviera en tu lugar, de una oposición que se cree santa y divina y siempre sabe lo hay que hacer hasta que llega al gobierno y allí se olvida de todo de repente, etc. etc.
Pero si casos extremos como estos nos indignan y nos sumen en la perplejidad, lo que debería llamarnos mas la atención es la sumatoria permanente de excentricidades, barbaridades, incomprensibilidades, fenómenos extravagantes y teratológicos que por su número, frecuencia y aparición en los mas diversos ámbitos algo nos deberían estar diciendo como síntoma. Porque es tan sistemática y generalizada su aparición y propagación que mucho mas que de una casualidad o eventualidad debe tratarse seguramente