Volvimos a encontrarnos con Mariana Maggio en la primera sesión del seminario Filosofía de la innovación en la UNTREF. Esta vez coincidimos en nuestra reverencia por textos seminales ligados a la cultura digital (Castells, 2001; Serres, 2013; Baricco, 2019), y sobretodo en que estamos asistiendo a una nueva fase de la transición del mundo letrado de Gutenberg, con sus verdades monológicas, la detección de inconsistencias, la secuencialidad y la linealidad, a otro muy distinto y ortogonal con el anterior.
¿Cuándo devenimos quienes somos? ¿A los 20, a los 30 años, en el recodo de cualquier cambio de década? ¿Quiénes, o qué nos hacen ser los que somos? ¿Nuestros amores, nuestras desavenencias, nuestros compinches, los de cabeza, de cuerpo, de voluntad o de pensamiento? ¿Porque se ha puesto de moda escribirle a nuestros yoes de otrora? ¿Y mucho menos comúnmente queremos comunicarnos con nuestros yoes del futuro?
Durante décadas creí que mi modo de hacer distinciones había quedado signado por 5 grandes maestros pensadores: Michel Foucault, Thomas S.Kuhn, Gregory Bateson, Fernando Flores y Francisco Varela, en riguroso orden de aparición.
1. Diseñando espacios de aprendizaje extra-curriculares y curriculares.
Al tercer día de trabajo ya teníamos por detrás muchas horas de diseño y de diálogo, lo que nos permitió avizorar con mucha mas precisión hacia dónde debíamos dedicar nuestro ingenio y esfuerzo.
Por ello después de haber revisado innumerables experiencias de Labs de Artes y Ciencias, de recuperar experiencias ajenas y propias, de bucear en nuestra propia experiencia de de estar diseñando espacios de aprendizaje extra-curriculares, pero también curriculares, desde hace 7 años
empezamos a centrarnos en textos, experiencias, ejemplos, demos y desafíos que podrían servir de trasfondo de escucha para hacer nuestra propia Montserrat experience.
Los dados estaban tirados. Empezamos a recorrer el espinel de la propuesta enviada y detectamos en su interior aquellos módulos mas factibles de realización inmediata, siguiendo el sacrosanto principio de costo mínimo y de beneficios maximos.
Lograr estos objetivos supone apalancarnos sobre logros incontestables
– la experiencia y el posicionamiento histórico de la escuela
– la voluntad de cambio incansable -aún enancados en el mar de éxitos en el que se encuentra la escuela-
– la demanda incansable de infinidad de otras escuelas que quieren ser alcanzadas por las metodologías exitosas, sin reconocer en toda su extensión el costo de la reinvención organizacional que eso supone
– la alianza que comenzamos que suma a todo lo hecho por la escuela distintas líneas de intervención, hackeo y reinvención -basadas en experiencias micro y meso iniciadas en otras latitudes.
La mejor ejemplificación de la importancia del contexto en el diseño organizacional y los procesos formativos, son los acontecimientos del mes de enero que precedieron la redacción del documento de trabajo de base para la escuela, y que por lo tanto sumaron insumos generales a la propuesta, en un contexto de turbulencia permanente y de alta incertidumbre, que tiñe cualquier iniciativa de trabajo puntual (curricular, de entrenamiento, etc) con elementos que las traspasan y obligan a sumarlos.
La lectura pormenorizada de este último libro de Barabasi y de sus colegas, una vez tamizada por sus fuentes, lecturas oblicuas, cierto autoensalzamiento de Barabasi con su propio éxito, una síntesis muy ambiciosa de -mas que de leyes indicaciones acerca de cómo triunfar-, merece profundas relecturas sobretodo siguiendo los pasos de sus colaboradores y continuadores, que son parte sustancial de su propio recorrido
Uno de los aspectos mas interesantes de la obra “Laws of Success” de Albert-Laszlo Barabasi, es que da un potente empujón al estupor y sorbes que nos despiertas las conclusiones contraintuitivas de sus experimentos reenviando a los papers, videos y ensayos originales que provocarán, seguramente, una enorme controversia (o quizás ninguna).
Si el valor monetario de las obras de arte es totalmente arbitrario, si los jurados del vino y de la música casi invariablemente no pueden replicar sus juicios, ¿no nos dejan todo estos experimentos al borde de una post-verdad generalizada?
Donde todo es posible, porque en casi todos los terrenos la subjetividad de lejos le gana a la objetividad. No necesariamente, pero para inclinarnos por una opción o por otra deberemos hacer el duro trabajo del concepto (y de la experiencia), para reforzar con objetividad prostética la inherente subjetividad en ciertos territorios, y para sumar verdad retórica aun en aquellos donde la objetividad se presente con un grado mayor de firmeza.
No siempre pero bastante seguido hacemos el listado de los libros que nos rompieron la cabeza durante el año en curso apenas transcurrido. Es un rito que no le hace mal a nadie, que ordena retrospectivamente nuestro gusto insaciable por los temas mas diversos y que nos lleva a justificar nuestras inversiones cognitiva (aunque cada vez compramos menos comparativamente con décadas pasadas).
Además estos listados son cada vez mas fragmentarios, limitados e inconclusos. Porque como en este caso están limitados a los libros de papel que han pasado por nuestras manos (a nivel de lecturas de solapas han sido muchos centenares), y que por razones de empatía, decoro o mucha ganas, han terminado por engrosar los estantes ya atiborrados de una biblioteca en estado de desquicio total (prometemos que la pondremos a cero en el 2019).
Y por otra parte propuestas como las de de Pierre Bayard en Cómo hablar de los libros que no se han leído, Anagrama 2011 (original 2007) vuelve aun mas inútiles a listados como el nuestro. Aun así nos llevamos (le llevamos) la contra a Bayard y hacemos nuestra síntesis anual con la misma
Porque en Cómo hablar de los libros que no se han leído, Bayard no solo asume con naturalidad nuestra sempiterna condición de no-lectores (por mucho que seamos ávidos devoradores de libros, el número de lecturas pendientes siempre será infinitamente mayor), sino que convierte esa en apariencia vergonzante no-lectura en el núcleo mismo de la lectura
Hace mucho tiempo que nos conocemos, nos admiramos mutuamente, y nos queremos con Mariana Maggio. Hemos hecho recorridos paralelos, tenemos amigos (no se si ella tiene enemigos, creo que yo si) comunes, y discrepamos en temas de fondo, cual es la relevancia de la pedagogía y la didáctica y el rol estratégico (o no) de los docentes en la transmisión. Ello no empece cuanto valoro su pasión, su claridad conceptual, su clarividencia metodológica, y su compromiso con los que hacen cada día mejor (el trabajo sobre los otros como dice Francois Dubet en El declive de la institución Profesiones, sujetos e individuos en la modernidad) hoy tan vapuleado.
A pesar de que nos hemos visitado mutuamente en nuestras cátedras, y hemos publicado a cuatro manos, y compartido paneles varios, nunca hasta este sábado habíamos dado una clase a dos voces.
Por eso aprovechando una oportuna convocatoria de la Universidad Provincial del Sudoeste (UPSO), una casa de altos estudios innovadora, que se come a experiencias el territorio, de la mano del rector Hernan Vigier y su avispado equipo, nos juntamos este pasado sábado en Bahía Blanca, y el show nos salió de periquetes
Durante los meses de enero y febrero nos reunimos decenas de veces con Julio Alonso, para cincelar un libro multiformato a partir de 30 cápsulas meméticas, y una red de trazas y links endemoniados que suponemos permitirán vertir un poco de sentido en la cacofonía epistemológica reinante. Si bien tenemos el boceto totalmente delineado y ya hemos concluido un par de capítulos, la tarea resultó mas demandante de lo calculado. Y si otros no tienen empacho en recalcular índices de inflación fantasiosamente, a nosotros no nos quedó otra alternativa que postergar deadlines y aspirar a publicarlo en el segundo semestre, realistamente. Toda sugerencia o propuesta que llegue antes de que la implacable cuchilla de la imprenta corte los pliegos -porque el libro nacerá en modo papel-, es mas que bienvenida.
Introducción: La pauta que conecta. Del genio colectivo cuando la incertidumbre es demasiada