Se murió Norberto Bobbio. Todos los ensalzan. Hasta Horacio Gonzalez -habitualmente parco en cuanto al elogio- quien le agradece su examen del concepto de sociedad civil en Gramsci así como sus estudios sobre el iusnaturalismo así como la amalgama elegante que producía entre igualdad, socialismo y teoría del derecho, mientras insinuaba una filosofía de la senectud. Pero Horacio es Horacio y por eso no deja de reflejar los no pocos atisbos de ligereza intelectual, sobre todo en sus últimos y más festejados libros. Porque autor -como nos enseño Foucault en El orden del Discurso no hay uno sino muchos. Por eso preferimos la nota de Horacio a los ditirambos demasiado elogiosos como el que le prodiga a Bobbio Gregorio Peces-Barba Martinez, rector de la Universidad Carlos III de Madrid (muy honesto por su parte) en El Pais de hoy, y tantos otros que están pululando por aquí.
¿Porqué será que todos los que están por partir lo tienen tan asumido, mientras que los que estamos en el medio del camino, un poco mas para el lado de la salida nos cuesta tanto esto de asumir la finitud?