Hay gente fuera de serie. Lo conocí a Alberto Ure tardíamente a principios de 1997. Tuve el privilegio de trabajar con él en un proyecto de construcción y difusión cultural en el seno del grupo Clarín, que se benefició enormemente de sus sugerencias inteligentes, su ironía mordaz, su falta de complacencia con el facilismo, los lenguaraces y la taradez ambiente, Le pedí que escribiera un prólogo a mi libro Post-Television (Paidos, 1998) y accedió gustoso. Cierta fascinación necrofílica por la corrección permanente difirió el envío de esa obra a la imprenta por mas de un año.
Tomándonos en solfa a la filosofía y en serio a todo lo demás