Las series sirven para pensar (y tomar decisiones)
Cuando decidimos hacer mi-última cursada en @datosuba modelada sobre una serie de televisión reciente, varios factores convergieron en esa opción. Hace un cuarto de siglo esta cátedra se inició con análisis teóricos y conceptuales evaluando el poder de la Inteligencia Artificial (al uso en 1996), y desde entonces tantas cosas pasaron en este territorio, que una lectura aggiornada no podría ser mas que bienvenida. Las series de TV de la tercera generación dorada (Carrión, 2011, Cascajosa Virino, 2017)) cada vez sirven para pensar mejor. Los diálogos metafísicos de Westworld –la serie elegida en particular su primera temporada– son de una hondura poco común.
Los pares inusuales se dicen de muchos modos. Trátese de autores que ven lo mismo de manera antagónica. O de autores provenientes de campos disciplinarios antagónicos que ven lo mismo de manera muy similar.
Volvimos a encontrarnos con Mariana Maggio en la primera sesión del seminario Filosofía de la innovación en la UNTREF. Esta vez coincidimos en nuestra reverencia por textos seminales ligados a la cultura digital (Castells, 2001; Serres, 2013; Baricco, 2019), y sobretodo en que estamos asistiendo a una nueva fase de la transición del mundo letrado de Gutenberg, con sus verdades monológicas, la detección de inconsistencias, la secuencialidad y la linealidad, a otro muy distinto y ortogonal con el anterior.
¿Cuándo devenimos quienes somos? ¿A los 20, a los 30 años, en el recodo de cualquier cambio de década? ¿Quiénes, o qué nos hacen ser los que somos? ¿Nuestros amores, nuestras desavenencias, nuestros compinches, los de cabeza, de cuerpo, de voluntad o de pensamiento? ¿Porque se ha puesto de moda escribirle a nuestros yoes de otrora? ¿Y mucho menos comúnmente queremos comunicarnos con nuestros yoes del futuro?
Durante décadas creí que mi modo de hacer distinciones había quedado signado por 5 grandes maestros pensadores: Michel Foucault, Thomas S.Kuhn, Gregory Bateson, Fernando Flores y Francisco Varela, en riguroso orden de aparición.
No siempre pero bastante seguido hacemos el listado de los libros que nos rompieron la cabeza durante el año en curso apenas transcurrido. Es un rito que no le hace mal a nadie, que ordena retrospectivamente nuestro gusto insaciable por los temas mas diversos y que nos lleva a justificar nuestras inversiones cognitiva (aunque cada vez compramos menos comparativamente con décadas pasadas).
Además estos listados son cada vez mas fragmentarios, limitados e inconclusos. Porque como en este caso están limitados a los libros de papel que han pasado por nuestras manos (a nivel de lecturas de solapas han sido muchos centenares), y que por razones de empatía, decoro o mucha ganas, han terminado por engrosar los estantes ya atiborrados de una biblioteca en estado de desquicio total (prometemos que la pondremos a cero en el 2019).
Y por otra parte propuestas como las de de Pierre Bayard en Cómo hablar de los libros que no se han leído, Anagrama 2011 (original 2007) vuelve aun mas inútiles a listados como el nuestro. Aun así nos llevamos (le llevamos) la contra a Bayard y hacemos nuestra síntesis anual con la misma
Porque en Cómo hablar de los libros que no se han leído, Bayard no solo asume con naturalidad nuestra sempiterna condición de no-lectores (por mucho que seamos ávidos devoradores de libros, el número de lecturas pendientes siempre será infinitamente mayor), sino que convierte esa en apariencia vergonzante no-lectura en el núcleo mismo de la lectura
Los hilos del pensamiento recorren los caminos mas sutiles. A veces inesperados, otras -las mas interesantes- inexplorados. Así como todos somos un hormigueo de yoes larvados (Deleuze), donde accidentes de cuna y momento y código postal, nos sindican como un yo público, hecho y derecho, hacía rato que queríamos despegarnos de ser ya no pedagogos (que nunca lo fuimos), sino anti-pedagogos que tampoco nos causa nos demasiada emoción o placer.
Curiosamente muchos de nuestros sombreros están asociados a experiencias contra- o mejor -meta-pedagógicas. Cada vez mas convencidos de que a la pedagogía le esta pasando lo que también le ocurre al psicoanálisis. Se trata de discursos/prácticas/agenciamientos que necesitan desesperadamente oponerse a otros para conformar una identidad técnico-profesional, en un momento en que la liquidez lo corroe todo.
Podemos leer a los mil teóricos de la post- o eco-escuela, empezando con los clásicos de la escuela nueva, la escuela activa, la nueva educación, la educación nueva y otras, todas derivadas de la pedagogía progresista, y nuestras prácticas en la escuela no cambiarán un ápice.
El concepto genérico de «escuela nueva» tuvo múltiples versiones en instituciones educativas concretas, con orientaciones ideológicas muy dispares, desde el «Mouvement de l’École moderne» o Escuela Moderna de Freinet, o la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos (de carácter liberal-progresista, identificada intelectualmente con el krausismo), hasta los proyectos de Francisco Ferrer y Guardia (de base libertaria -pedagogía en el anarquismo-), Maria Montessori, Alexander Sutherland Neill, y un largo y diverso etcétera.
En un listado publicado hace un par de semanas atrás Los libros del 2017 que nos sirvieron para pensar/actuar, detallamos unos cuantos detonadores meméticos sin cuya existencia al final del 2017 pensaríamos, menos, un poco peor y sin capacidad de tomar decisiones un tanto mas fundamentadas, como creemos que lo estamos haciendo gracias a su ayuda, y a la infinitas lecturas anteriores acumuladas a lo largo de mas de medio siglo.
Pero encapsular la cantidad de decenas o centenares de lecturas de un año en 20 títulos es un poco mezquino, y aunque nuestra inmensa biblioteca sigue aun escondida vergonzosamente en cajas, algunos estantes que pudimos pisperar nos guiñan los ojos y se sintieron un poco ofendidos de haber perdido sitial en este weblog.
Cuestionando el rol broadcast del docente, insistiendo en ayudarle a que cada clase sea la encarnación de una big question, problem, challenge, catalizador del conocimiento (al mejor estilo Walter Levin ver video, pero sin tanto histrionismo), reinventando una evaluación significativa, imaginando nuevas formas de inspiración, co-creación, diseño de experiencias educativas, el convite es a enseñar a que los mileniales aprendan y viceversa.