Los hilos del pensamiento recorren los caminos mas sutiles. A veces inesperados, otras -las mas interesantes- inexplorados. Así como todos somos un hormigueo de yoes larvados (Deleuze), donde accidentes de cuna y momento y código postal, nos sindican como un yo público, hecho y derecho, hacía rato que queríamos despegarnos de ser ya no pedagogos (que nunca lo fuimos), sino anti-pedagogos que tampoco nos causa nos demasiada emoción o placer.
Curiosamente muchos de nuestros sombreros están asociados a experiencias contra- o mejor -meta-pedagógicas. Cada vez mas convencidos de que a la pedagogía le esta pasando lo que también le ocurre al psicoanálisis. Se trata de discursos/prácticas/agenciamientos que necesitan desesperadamente oponerse a otros para conformar una identidad técnico-profesional, en un momento en que la liquidez lo corroe todo.