¿Estilo insubstancial o substancia estilizada?

Comentario incordioso acerca de Virginia Postrel The Substance of Style: How the Rise of Aesthetic Value Is Remaking Commerce, Culture, and Consciousness Harper Collins Septiembre 2003, U$S25

¿Elegir de mas o de menos?

La pregunta es sencilla y clara. ¿Cuál es el exacto punto medio entre la capacidad de elección que nos hace sentir mas libres y la no elección o el exceso que nos vuelven dependientes y esclavos, no ya de nuestros deseos y limitaciones humanas, sino de la maquinaria del gran capital?

Porque en el helado Norte -como nuestra gira comprobó una vez mas- si de elegir se trata hay de todo aun en los negocios mas estándar de los shoppings. Así en un rato pude vi mas modelos de botas de esquí y mas palos de hockey diferentes sobre hielo que en toda mi vida. También reencontré la raqueta con chip de Head que valía 500 dólares hace dos años y hoy esta a módicos U$ 300. Pero en negocios mas especializados hay mas de 250 canillas o 1,500 modelos de manijas para los cajones del placard.

Mientras que para los modernistas como Walter Gropius o Adolf Loos esa proliferación solo tenia que ver con el consumo insano y malsano para Virginia Postrel autora de The substance of style que fue una de la lecturas escogidas del avión de ese día, la moda tiene poco y nada que ver con la estetizacion.

Alienándose fuertemente en contra de Baudrillard y de sus secuaces, la fascinación de los consumidores por las superficies y los detalles -que se tradujo en las consultas de la Dra. Serra con los empleados acerca de cual era la mejor de tres delineadores de cejas, científicamente diferentes- no tiene nada que ver con la voluntad de engañar, el estatus o la falsedad.

Según Postrel el mejor ejemplo en este sentido seria la locura que supone el diseño de cepillos para limpiar inodoros. Porque según ella nadie querría impresionar con eso a los vecinos, lo que avalaría su tesis de que cada vez mas la forma es parte de la función. Es decir que a igualdad de funcionalidades muchos grupos sociales -y ya no meramente la clase alta por su afán eterno de distinción a la Bourdieu- gustaría combinarla con una estética cada vez mas depurada y sofisticada

Postrel es una economista que escribe en el New York Times y como tal su estilo es tan depurado como las tesis que promueve y disecciona. Después de todo su principal tesis esta mas que bien encapsulada en el dictum de del poeta John Keats La belleza es la vida, la vida, Belleza.

En algún sentido tiene razón porque todos (¿quienes seremos todos especialmenten en el desalmado Sur?) a esta altura buscamos expresar nuestra identidad a traves del estilo y de la estética se ha convertido en algo demasiado importante como para dejarlo en manos de críticos del arte o de la sociología de la moda

La historia de Apple y de la relación con sus maniáticos usuarios -como es mi caso- lo deja mas que claramente establecido. El look and feel de la gente, los lugares y las cosas es mucho mas importante de lo que generalmente creemos, se acepta y los teóricos franceses están dispuestos a admitir. Hemos entrado en una época en donde la belleza y el estilo están en todas partes -al menos en las economías de mercado.

Porque trátese de la moda en sentido convencional, de la cirugía cosmética, del diseño de restaurantes, de la proliferancia de libros y de carreras para generar manufacturadores de ese consenso, lo estético no para jamás. Los ejemplos de Martha Stewart, Starbucks, la iMac, a esta altura son obligados y triviales.

Pero no nos alegremos tanto y aquí es donde deberían entrar las consideraciones que haremos en otro comentario bibliogrñafico acerca de la obra de Barry Schwartz The paradox of choice, porque si bien la constatación es mas o menos obvia, lo que también queda en claro es que difícilmente todas estas mejoras estéticas nos hagan mas felices, o en todo caso generen sociedades mas equitativas en donde la gente se desarrolle mejor.

Nadie esta planteando volver a la uniformidad de la camisa de Mao -aunque a mi ese estilo siempre me gusto- y todos sabemos que el capitalismo hizo trizas al arte y jamás lo dejara tranquilo

Lo que varios se preguntan y con mucha razón es hasta que punto la proliferación barroca de la éstetica no es en definitiva otro epifenómeno -el ultimo hasta ahora- de las astucias de la razón capitalista.

Cuando todos se ponen de pie, nadie ve mejor

Porque aquí retornan con fuerza y aumentaron su valor los trabajos de Pierre Bourdieu y de Fred Hirsch ligados a la psicología de la felicidad y a las limitaciones insuperables que impone la distinción en el sentido de Bourdieu.

En esta linea, las cosas no le van demasiado bien a Postrel, porque investigadores como Daniel Kahneman ya han sostenido con cierta razón que la gente cree equivocadamente que consumo y felicidad van juntos (ver en especial www.MarginalRevolution.com). Porque Postrel y sus acólitos sobreestiman el valor de felicidad de las experiencias estéticas llevándolas a buscarlas una y otra vez, pero con un valor de satisfacción relativamente bajo en cada nuevo ciclo infinito e impotente.

No sirve de mucho apoyarse en las grandes experiencias estéticas como las de los artistas de fuste, porque eso se aplica solo a sus casos, y no a la mayoría de nosotros.

También podríamos imaginar que la estética sirve para autopromovernos y para aumentar nuestra autoestima -con y frente a nuestros amigos cercanos- y que eso algo que ver con la felicidad tiene.

Como la anterior esta coartada también tiene patas muy cortas. ¿O acaso Robert Putnam no demostró con exceso en su interesante Bowling alone que la felicidad generada por los amigos sé esta desmoronando igual que muchas otras cosas, y que cada vez vamos hacia un tipo de sociedad donde la mayoría de nosotros juega a los bolos, o a lo que sea, solos? (A menos que la tesis se aplique en USA pero no en Latinilandia). Y en donde el solitario, el de las cartas pero mucho mas frecuentemente ahora el de los jueguitos o el de las computadoras es la regla y no la excepción

Si en vez de sobreenfatizar la felicidad pusiéramos el dedo mas en la llaga del significado, quizás podríamos obtener mejores resultados. Postrel esta convencida de que estamos mejorando nuestra calidad de vida porque la estamos estetizando. Cuando a lo mejor eso dice mucho mas acerca de ella que del resto del mundo, especialmente alejado de los centros de fabricación de lo Fashion que están en USA, Europa Y Japón.

¿La substancia del estilo, nada mas que un Anti-No-Logo?

El libro de Postrel ha generado una enorme controversia en los pocos meses pasados desde su publicación. Apenas salió hubo analistas y críticos que lo encontraron el anti-favorito, que no es nada mas ni nada menos que el anti a nuestro conocido NoLogo. Porque toda la obra de Postrel puede leerse -sin sonrojarnos- como una sonora apología de los logos, de las marcas, de la calidad y sobretodo de la sofisticación en la fabricación de objetos a medida masivos como su ejemplo en el primer capitulo del increíble almacén de colores de GE muestra.

Lo interesante probablemente esté en el medio. No en las diatribas previsibles de la Klein, ni en la apología muchas veces cargosa y molesta de la forma hecha por Postrel. Una buena pregunta en este sentido es cuanto democratiza la vida política -no la lectura de signos- la estetizacion de las funciones de los objetos.

Porque sin caer en ninguna critica barata -y las de Klein lamentablemente lo son bastantes-hay en Postrel una extraña confusión entre estetizacion de la experiencia y democratización de la vida social. Y al revés. Hay un desacoplamiento peligroso -analítico y económico- entre cierto endiosamiento de las corporaciones hecho por parte de la autora y el proceso, mucho mas amplio, de fetichizacion estética de la mercancía en el que la misma se han empeñado.

Aquí hay peligrosas y no demasiado sutiles analogías entre los comentarios de Pine en The Experience Economy y mucha bulla hecha a favor de las dotcoms de años atrás, que nada casualmente están resucitando en estos días en USA, mientras que sus industrias analógicas se pudren lentamente como el avión de American que a la salida se retraso 4 horas y el de vueltaque nos tuvo varados en Kennedy por mucho bableta estética que haga American en su automarketing.

El candidato demócrata Howard Dean tuvo mucho que ver con una campaña estética que hizo creer que el tipo tenia chances pero en la realidad no se mimetizo con nada. ¿Al ganar la campaña en Iowa gano el concurso de belleza pero fallo en el examen escrito? Preguntas como estas se le pueden hacer a Postrel por docenas. Excesivo predominio de la pinta para un contenido reberreta. Algunos críticos norteamericanos de Postrel le pegan bajo al insistir en que la súbita invención y muerte del candidato demócrata confirma esa sospecha.

Polìtica insubstancial

Quizás la pregunta mas inteligente que se le puede hacer a Postrel es ¿que pasará cuando la política y la gobernanza se vuelvan mas estilizadas e insubstanciales de lo que ya lo son o eran?

¿Que relación hay entre estetizacion y la profundidad que los grupos alternativos quieren de la política en términos de integridad, solidaridad política y conexión rigurosa, cognitiva y espiritual con quienes viven mas alla de la ciudad interna donde compramos de todo y nos dejamos comprar por todo?

Haciendo una síntesis, que rara vez nos sale. El diagnóstico de Postrel es inteligente pero parcial. Su vindicación de lo estético es mas una cuestión de clase que de número. Y su fantasía de que la funcionalidad debe venir acompañada por la belleza es un delirio muy típico de una yuppie y de una designalcoholic que una constatacion sociológica certera acerca de la transversalidad de los valores estéticos en el diseño y de la articulación clara y definitiva de lo bello con lo útil.

Postrel se gradó en Inglés en la Universidad de Princeton. Está casada (buitres abstenerse) y vive en Dallas.

Biografia de Postrel

Weblog de Postrel

Articulos de la autora

Entrevista en The Atlantic