Como bien decía Ambrose Bierce en su inmejorable Diccionario del Diablo la erudición es el polvo que cae de un libro viejo a un cerebro vacío. O en todo caso esa es la imagen desdeñosa y populista de una erudición mal entendida.
Hay tantos medios y lenguajes que nunca conoceremos, que es difícil opinar, es fácil condenar y es muy difícil empatizar. Tomemos el caso de los juegos de rol. Quien tenga algo de memoria periodistica recordara que abril del ’94 en Madrid dos adolescentes de cerca de 20 años salieron a jugar una versión psicótica de lo que los españoles llaman el «rol en vivo«. Los chicos expertos jugadores de rol –pero en lo que interesa al caso, psicóticos, pese a que legalmente los psiquiatras descartaron que lo fueran–, salieron con dos cuchillos y degollaron a un obrero. Cinco años mas tarde fueron condenados a varias décadas de cárcel