Visitando catedrales del saber
Ocasionalmente visito Guadalquivir esa hermosa y bien dotada librería de Callao y Marcelo T, pletórica de novedades españolas a precios impagables, de ensayos sobre todos los temas que me apasionan, de flamantes volúmenes recién llegados a los anaqueles que impertérritos se desploman sobre las librerías todos los meses, aunque los censos de lectura amenazan con su muerte inminente.
Y a pesar de que mis bibliotecas ya hace rato que han estallado y que nuevamente casi un centenar de libros desborda el cuarto de visitas que hace de biblioteca o viciversa, son demasiadas LAS tentaciones como para no seguir hurgando librerías, preguntándole a Google y a Amazon que hay de nuevo, y sobretodo para impedir toparnos con autores inéditos, con problemáticas poco trilladas, con experimentos y expediciones a los rincones mas ignotos del conocimiento y la experiencia, como para no tentarnos con una nueva compra, una renovada lectura, un enésimo cruce de fronteras y una apuesta siempre renovada por la pauta que conecta,
Tanto preámbulo tiene por destinatario un librito de escasas 150 paginas, impreso en unas hojas casi transparentes pero perfectamente legibles de una editorial bisoña y recién inaugurada. Se trata de Libraria, con sede en la elegante Avenida de los Incas en Belgrano, ese otro país.
Se trata de la compilación de María José Moore y Paula Wolkowicz «Cines al margen. Nuevos modos de representación en el cine argentino«, conformada por un séquito de autores y en particular del primer articulo de la compilación a manos de un docente de sociales cual es Gonzalo Aguilar, autor de Otros mundos. Un ensayo sobre el nuevo cine argentino titulado «Maravillosa melancolía. Cazadores de Utopías: una lectura desde el presente«.
Un cuarteto complicado
El ensayo por mas que menciona a este película como su punto de partida gira alrededor de otras tres películas mas y tiene como telón de fondo un clásico de clásicos reeditado esta semana por Página/12.
Nos referimos obviamente a La Hora de los Hornos calificada por Aguilar como la encarnación misma del presente como política. Las otras 3 películas aludidas son: Montoneros, una historia de Andrés di Tella, Los Rubios de Ernestina Carri y M de Nicolas Prividera.
La tesis principal de Aguilar es que el modelo elegido por David Blaustein en Cazadores de Utopías es la peor opción posible cuando de hacer cine documental político se trata. Analizando en detalle la estructura de la película, revisando el uso del guión pero sobretodo acudiendo a la estética y a las opciones elegidas por Los rubios y los M, en cuanto a complejizar las relaciones entre pasado y presente, queda claro que la película de Blaustein en vez de ser una historia de la guerrilla, de sus propuestas y sus defecciones, de sus expectativas y de su fracaso, fue mas que nada un ejercicio piadoso pero al mismo tiempo tremendamente frustrante y frustrado de recuperar la historia montonera, no para entenderla, evaluarla, discutirla y finalmente cuestionarla, sino para endiosarla, y finalmente para usarla de pretexto para demonizar al presente, enaltecer al pasado y en definitiva vaciar de sentido a los proyectos políticos posibles hoy.
La tesis es osada y el autor remite a una cantidad llamativa de bibliografía, de discusiones, de detalles y de opciones narratologicas para justificarla.
El señalamiento disparador de Gonzalo Aguilar tiene que ver con la propia historia política reciente de la Argentina. Y apunta directamente al menenismo y a la reconciliación de gran parte de los montoneros con el gobierno de Carlos Saul, indultos & cia. Conociendo algo de la historia no era de sorprenderse que Blaustein un militante recortara la historia de un modo muy sesgado y profundamente antihistoricista.
Es claro que las condiciones para narrar el pasado histórico se transformaron totalmente en los años 90.
Caparros en uno de los testimoniantes con mas contenido epistemológico de la película de Blaustein insistía en que «no había lugar desde contar esa experiencia«. Lo cierto es que abandonada la teoría alfonsinista de los dos demonios, que obturaba la comprensión de los 70, con la película de Blaustein primero y con las otras 3 después se abrió un territorio interesante, pero aparentemente maltratado por el propio Blaustein.
Como no queda claro a que estamos aludiendo, conviene expandir un poco tanto estorismo analítico.
Hablando con el silencio
Las críticas a la película son muchas pero todas se resumen en un comentario que hiciera Gabriela Cerruti en Pagina/12 en 1995 en donde sostenía que Cazadores de Utopías toda una proeza, una película de mas de dos horas sobre la historia de los montoneros que no nombraba una sola vez a Firmenich, a Galimberti, a Perdia o a Vaca Narvaja.
Porque Cazadores de Utopías no se preocupa por narrar la historia de Montoneros, sino por acoplarse a la versión de la historia -un poco mítica impulsada por la necesidad política- que los mismos montoneros forjaron de si mismos.
La película plantea pues un idealización del pasado y una relación no resuelta con el líder que se vehiculizan detrás de una música melancólica (a cargo de Litto Nebbia), presentación de los testimoniantes según los cargos en la organización militar, un tono intimista y una comparación permanente entre la vida en los 70, pura adrenalina, promesa, arrojo, propuesta, idealización y los trabajos de todos los días de esos superhéroes convertidos en engranajes de un sistema que no les reconoce ni su excepcionalidad ni su entrega.
El empequeñecimiento del presente.
En la película hay un permanente empequeñecimiento del presente. Si originalmente el objetivo de la película era narrar para elaborar la derrota, termina convertida en una repetición y una justificación atrapada entre el duelo y la melancolía
Muy distinto es el caso de Los rubios dirigido por Albertina Carri molesta con la estructura toda armadita de los discursos de los ex-guerrilleros y militantes. Porque ella literalmente le dio la espalda a esos testimonios y busco una imagen menos congelada del pasado.
También Prividera trabaja en otro registro narrativo, tiene una visión mucho mas multidimensional de la temporalidad, imbrica y modifica presente y pasado de una forma libre y abierta, que es caprichosa y arbitraria pero que sirve para no caer en los espejismos de Blaunstein.
Todo lo anterior es interpretable, y la obsesión por los Montoneros no termina, recién empieza, siendo que ya hay casi una 20 sino mas de volúmenes que tratan infructuosamente de combinar su fascinacíon con un esbozo de inteligibilidad que nunca llega y menos alcanza.
Pero a nosotros lo que nos interesa mas que este eterno exceso del significado sobre el significante es que al haberle contestado a Blaustein cinematograficamente (aunque personalmente la película de Carri me resultó insoportable) lo que se abre -como bien dice Gonzalo Aguilar- es un nuevo umbral para las relaciones entre cine, documental y ejercicio de la memoria– que evidentemente necesita de un distanciamiento histórico y de una separación radical del protagonismo de esas épocas ya que la fuerza de esa experiencia impide evidentemente desencarnarse y repensar lo vivido o revivir lo pensado.
Nuevos géneros, nuevas experiencias, nuevos distanciamientos
Clara Krieger en La experiencia del documental subjetivo en la Argentina una excelente nota en la misma compilación de María José Moore y Paula Wolkowicz detectó con precisión el denominador común de la mayoría de los documentales que se hicieron en la Argentina hasta bien entrados los años 80. La mayoría de sus realizadores se propusieron difundir la forma correcta de interpretar el pasado y el presente.
Según estos autores -y Solanas cumple un rol destacado en este cometido- la realidad se debe abordar y describir en su totalidad para ser mostrada al público tal cual es. Con este espíritu se entiende porque la mayoría de los documentales estuvieron a lo largo de casi todo el siglo XX vinculados a temáticas sociales y políticas.
Esta decisión no ignoró el uso de la retórica cinematográfica desde sus orígenes y no necesariamente está asociada a un verismo del tiempo real -imposible de lograr en la mayoría de los casos por otra parte – incluyó en ocasiones la introducción de elementos ficcionales en el género, pero estuvo caracterizada por un despliegue de una filmografía revolucionaria desde mediados de los años 60.
Dichas tendencias fueron renovadas a partir de los 90 entre otras figuras y están mas que bien ejemplificadas en el cine piquetero. Sin embargo el aporte mas interesante de Clara Krieger es haber focalizado su ensayo en los documentales mas recientes que han puesto en cuestión la epistemología del género.
Documentales y epistemología de la subjetividad
Krieger entiende por tales a los documentales subjetivos que registran la realidad desde el yo (hay aqui un buen paralelismo a hacer con las tesis de Beatriz Sarlo en Tiempo Presente)
Los directores de estos documentales creen que su objeto de investigación puede y debe ser retratado desde un punto de vista subjetivo. Lo que no nos sorprende demasiado a los que venimos lidiando con la epistemología kuhniana primero, con la sociología fuerte de la ciencia después y con el proyecto latouriano desde hace mas de tres décadas.
Pero nos faltaba soldar mejor esta torsión que va del documental clásico al subjetivo (incluyendo al falso documental tan bien trabajado desde Zelig hasta Borat) mostrando que este reposicionamiento epistemológico del documental implica una resignación a la imposición de certezas (a la Solanas) obligando a registrar el proceso complejo a traves del cual se construye un relato acerca de la realidad.
La autora da numerosos ejemplos de esta nueva epistemología fílmica. Todos son igualmente representativos y por primera vez se muestran como una obra en movimiento, como un objeto que se va modificando en el momento de concretarse, como una tensión permanente
Forman parte de este inventario La televisión y yo (2003) entre la búsqueda y el resultado de Andrés di Tella, otro tanto sucede con la ya mencionada Los rubios de Albertina Carri cuyo principal motor es subjetivo.
Ejemplos, ejemplos y mas ejemplos
Un ejemplo clarisimo en este sentido es la maravillosa Yo no se que me han hecho tus ojos de Sergio Wolf y Lorena Muñoz que comentáramos en su momento con el privilegio de los enunciados en primera persona renunciando a la objetividad del genero.
Tambien pertenece a esta categoría Por la vuelta una historia subjetiva del sonido tanguero de Leopoldo Federico que funciono como disparador para Cristian Pauls.
Y hay mas ejemplos que abonan la tesis de la autora. Se trata de Bialet Masse un siglo después de Sergio Iglesias y Jose Luis García, así como Cándido López. Los campos de batalla de Jose Luis García.
En este ultimo caso el realizador muestra acompañado por un discurso verbal enunciado en primera persona, los preparativos del viaje, el encuentro casual con un nieto del personaje, la obsesión que lo lleva a seguir la huella de las batallas bocetadas y después pintadas por Cándido López.
Como en varios casos anteriores aqui también se trata de un documental cuyo objetivo es registrar una búsqueda obsesiva del autor.
Puesta en común
Todas estas películas remiten a un tiempo pasado, buscan misterios escondidos en el ámbito cultural, en proyectos que se frustraron, en antiguos documentos audiovisuales o escritos y en muchos casos implican desplazamientos espaciales de los protagonistas.
La autora nuevamente cernió con precisión lo que está en juego en estos documentales del yo presente. Como los creadores no se proponen buscar explicaciones racionales sobre las perdidas y las ausencias, el problema deja la esfera de lo pedagógico para presentarse en su dimensión existencial.
Estos documentales son metanarraciones (a veces del fracaso) porque son narraciones que documentan el proceso de su creación. Queda claro en estas poéticas que la realidad es entendida como un relato abierto, por lo cual el exceso del significado sobre el significante es ineludible e insoluble.
Aquí ha quedado defintivamente atrás la omnisciencia en el cuadro cinematográfico poniendo entre otras cosas de relieve la ausencia de un proyecto colectivo lo que ni excluye que siempre en esta subjetividad esta entretejida por las problemáticas de la sociedad y de su tiempo.
La pulsión eterna entre objetividad y subjetividad
Si nos interesaron tanto ambos artículos es porque se meten con un tema clave de nuestro presente cual es su reconstrucción histórica y dejan en claro que no necesariamente el cine político y panfletario es la única forma de entender -y de hacer- documentales. Y al vesre que no por querer estetizar una búsqueda y llevarla al extremo de lo ficcional hacemos películas mejores o mas exitosas en términos de la presencia del público.
Por suerte el problema es mucho mas arduo y difícil de desentrañar y mientras hay que leer mas, ver mas y pensar mejor.
Clara Krieger en La experiencia del documental subjetivo en la Argentina una excelente nota en la misma compilación de María José Moore y Paula Wolkowicz detectó ….. La mayoría de sus realizadores se propusieron difundir la forma correcta de interpretar el pasado y el presente.
En el 2010 acentua C.Krieger su camino como autodidacta en Economia, desempeñamdose como Secretariac del Dr. Daniel Heyman, CEPAL BS:AS:
Interesante entrada, pero no le pegaste a un solo nombre, apellido o afiliacion! Se llama Albertina y no Ernestina. Aguilar es profesor de Letras en FFyL y no en Sociales. Krieger y no Kriger. Prividera y no Prividira. y varias, varias mas!