Hace muchas semanas que una molestia me venia carcomiendo, casi tanto como los tábanos y los bichos que los fines de semana se ensañan con mis pies en las quintas aledañas a la capital porteña.Se lo repetí como zombi a troche y moche a quien quisiera escucharlo. No sé que está pasando en la red. Todos los días aparecen decenas de nuevos programas que no entiendo ni me llaman la atención. Mariano Amartino es mi guía, pero hace tiempo que lo veo demasiado ensimismado en una jerga técnica para iniciados y con pocas consecuencias para el común.
Hace ya mas de una año que Twitter se convirtió en la obsesión de quienes creen que un pedazo de código va a cambiar al mundo y aunque alguna gente con mas miras como Martín Varsavsky o Karina Krespo le empezaron a encontrar salientrs inesperadas a mi no me hizo ni fu ni fa.Pero había algo flotando por ahí que yo necesitaba, que creí que podría llevar a buen puerto con los Google Docs y que inesperadamente hizo que la ficha me cayera y tuviera una alegría estival.