Alejandro Piscitelli
(UBA/UNTREF/UDESA) diarios
La conversación que acapara casi todas las notas de las tapas de los diarios del mes de Marzo raya en lo esquizofrenizante tratando de contestar las preguntas mas básicas ¿porqué nosotros? (después de todo una pandemia acaece cada 100 años, la última fue la de la influenza en 1918), ¿porqué ahora? (cuando muchos insisten en que el capitalismo no tiene nada qué ver con lo que esta pasando), ¿cómo salimos de la cuarentena? (ahora que los médicos se han convertido en los legitimadores del poder político), y sobretodo ¿cómo sigue la película? (porque todos los actores de esta tragedia sabemos que no volveremos al pasado, pero nadie sabe si el futuro será para mejor (no hay muchos indicios), o si para peor (hay algunos indicios).
Estas apostillas estará incluída en el próximo número 85 de la revista Experimenta de Madrid
El día cuando cuando nadie fue a trabajar
El aforismo (¿apócrifo?) que titula esta nota fue mantra de muchos críticos sociales y apóstatas económicos durante décadas. Muchos imaginaban que de un día a otro, todos los trabajadores (unidos) del mundo, intempestivamente conscientes de su alienación, dejarían de ir a trabajar y el mundo implosionaría. Con 3.000 millones de personas (el 40% de la población mundial) en sus casas, y la mayoría de las industrias (salvo las esenciales) paradas, hemos llegado instantáneamente al sueño de todo crítico social de izquierda: la parálisis de producción. Ya no consumimos casi nada, salvo alimentos y servicios básicos.
El transporte que inmovilizaba, la escuela que embrutecía, la medicina que enfermaba, esa ola contraproductiva del hiper-capitalismo (Ivan Illich) está en modo pausa. Bienvenidos al mundo post-capitalista (o a su prefiguración).
Paralelamente en el último quinquenio críticos tecnofóbicos venían execrando a las plataformas sociales devenidas plataformas nihilistas (Lovink). Para muchos de esos conversos que en los años 1990 y 2000 habían olfateado el nirvana digital, la emergencia de un precariado (maltratado aún peor que los asalariados del capitalismo industrial), solo prometía hiperconcentración, hiperganancia y hiperexplotación (digitales).
Inesperadamente el cóctel explosivo disparado por el virus con el confinamiento biopolítico exponencial, mas el refugio comunicacional para la recreación de la afectividad y la socialidad hecho posible por las redes, han terminado en la peor de las combinaciones posibles. Perdido el contacto personal, solo nos quedan los bits para amarnos. Pero los bits son propiedad de un puñado de plataformas que concentran más del 50% del tráfico en la red, que en estas semanas de SARS-CoV-2 aumentó su consumo en mas del 40%.
Cuando el diseño especulativo se quedó demasiado corto
Estamos viviendo escenarios imposibles (Voros), desencadenados no ya por los humanos sino por un agente no-humano: el virus. Ni el diseño especulativo más delirante (ni el guionista de las películas de ciencia-ficción más trasnochado) podría haberse imaginado que 3.000 millones de humanos actuaríamos en esta película, dirigida por la impiadosa naturaleza, acatando mansamente nuestra propia reclusión.
La liberación del virus atribuible al «capricho cultural» de comer animales vivos en un wetmarket de Wuhan (China), no puede ignorar infinidad de interconexiones y multicausalidades operando en el diseño de la Pandemia.
El virus rediseñó al mundo cotidiano con una rapidez y velocidad no vista por ninguna tecnología antes. Los gráficos de cantidad de usuarios que abrazaban la tecnología en corto tiempo (¿cuánto tardamos en llegar a los 50 millones…?) están siendo arrasados por la cantidad de infectados (por lo menos 10 veces mas que los contabilizados en las bases de datos oficiales) en pocas semanas.Si la tecnología cambia al mundo (en meses u años) el virus lo cambió todo en pocas semanas. Si imaginábamos escenarios (dantescos, pero a veces idílicos) que nacerían a partir de la magia tecnológica (como la Singularidad y el paradigma de abundancia en sus muchas manifestaciones vienen prometiendo desde hace un par de décadas), el cambio vino por otro lado y el futuro especulativo está siendo muy diferente al anhelado.
El “sálvese quien pueda” nacionalista
Todos nuestros sesgos cognitivos están operando para imposibilitar entender ¿qué está pasando?, ¿cuáles pueden ser sus orígenes (desatendidos)? y ¿cuáles serán las consecuencias de segundo orden (trabajo, ingreso) y tercer orden (psíquicas, políticas, convivenciales) involucradas en esta colonización viral del mundo?
Ya sea que recurramos a diarios de la peste empezando por el (ficticio) de Daniel Defoe de la peste bubónica en Londres de 1665, o recordemos confinamientos masivos o el control político o eugenésico de la población, queda claro que uno de los grandes errores del diseño político responsable del actual clima de vigilancia y punición en ascenso, está dado por el desfasaje entre nuestra teoría y práctica de la democracia, la asincronía que existe entre la globalización tecnológica y financiera y la política y social; y la inexistencia de una gobernanza y órganos mundiales de gestión y administración (de la pandemia).
El “sálvese quien pueda” nacionalista, el cierre de fronteras, el control de las interfases que regulan el adentro y el afuera, muestran la facilidad como en nombre de la vida y ante la amenaza del terror viral, los ciudadanos somos capaces de renunciar a (casi) todo: la movilidad, la confraternidad, la congregación, la libertad.
El Leviathan despierta de su sueño dogmático
En el intersticio entre los cuerpos separados y el confinamiento tolerado gracias al exoesqueleto informacional, un actor perdido vuelve a exigir respeto y aquiescencia. Se trata de los estados nacionales (frente a la fantochada de las instituciones de (in)-gobernanza internacionales), erigidos en nuevos Leviathanes, apoyados esta vez en el supuesto saber de la comunidad médica internacional devenida una nueva teocracia.
El caso de Hungría en donde el Parlamento ha dictado leyes orwellianas muestra hacia dónde podriamos ir. Este es el inesperado escenario post-pandemia con el que podríamos encontrarnos mundialmente de aquí a pocos meses -en nombre de la salvación pública -de no mediar nuevos contratos sociales como los que imaginaba Michel Serres hace 3 décadas y como propone Genis Roca hoy en dia-
- Una vida cotidiana con dos meses de confinamiento y un mes “liberado”, intercalados, hasta que encontremos la vacuna y/o la cura;
- Un capitalismo de plataformas reforzado por su carácter monopólico encargado de suministrar el “soma” (entretenimiento “mientras tanto”) domiciliario (además de refugio laboral y educativo);
- Un estado “farmacopornográfico” (Paul Preciado) con poderes excepcionales que eventualmente podría clasificar a las personas en inmunes o no, decidiendo su derecho de circulación, alojamiento y eventualmente ciudadanía con un trastrocamiento total de las libertades civiles, expresivas, constitucionales y comunitarias.
- Un rediseño de la cotidianeidad que inhiba los círculos concéntricos de la amistad, el contacto, el cuerpo a cuerpo y los rituales comunitarios ancestrales
Rediseñando a la libertad
Hace varias décadas Stafford Beer nos invitaba a diseñar para la libertad en el Chile socialista de Allende. Clarividente, postulaba una gestión neuro-cibernética que aplicara a la gestión de cualquier organización los mismos principios que rigen la viabilidad de las formas de vida.
Para ello solicitaba que se utilizaran todos los instrumentos de que dispone una sociedad para diseñar de nuevo sus instituciones, organizaciones, empresas o negocios para que éstas funcionen de forma diferente. Y recordaba la ineficiencia gerencial de las instituciones (estatales y privadas), asociadas a la falta de una adecuada aplicación de las leyes de la organización eficiente.
El anhelo de obrar de tal manera de aumentar siempre nuestros grados de libertad (Von Foerster) no cesará jamás. Con sus tambaleos la historia de la era contemporánea vio el aumento de 45 a 195 países y el contagio de regímenes democráticos a casi la mitad de ellos.
La última dácada asiste lamentablemente a una involución en esa tendencia. El despliegue de las GAFA tecnológicas ha sido otra evidencia en Occidente del canje de la libertad política por la libertad de consumo (del ser al tener). El coronavirus aparece como una etapa todavía mas avallasadora de la libertad y de la democracia que la lograda por los autoritarismos políticos y las tecno-adicciones corporativas.
¿Cómo podremos diseñar libertad encerrados en nuestras casas, con las libertades políticas puestas entre paréntesis y con líderes políticos que independientemente de su volubilidad (frente al virus) pretenden gobernar lo más intuitivamente posible?
Futurizar es el nombre del juego
Ciertos pensadores ayudan a ubicar la pandemia universal en contextos pensables y actuables sin caer en el desenfreno y la impotencia. Paul Virilio acuñó la moción de “horizonte de expectativas” sosteniendo que si el del siglo XVIII había sido la “gran revolución”, y el del siglo XIX “la gran guerra”, el del siglo XX habría sido el “gran accidente integral”. Los siglos entonces se pensaban por anticipado y se iban plasmando a través de la gesta humana con parsimonia y dedicación.
Con el derrumbe de las Torres esos tiempo colapsaron entre si y ahora resulta mucho más difícil imaginar futuros no-distópicos. Para peor con el coronavirus se invirtió la secuencia temporal, ahora el virus (que es el mensaje) (Valdettaro) anticipa la imaginación humana que debe recurrir a la ciencia-ficción para tratar de pensar cómo lidiar con la distopía que ya ha ocurrido en el día a día.
Por su parte a una economía de guerra tendrá que sucederla una economía de posguerra, insiste Castells, en la que el gasto público será el motor de la recuperación. Pero sólo se consolidará si se genera empleo (lo que el cierre de la economía gracias al virus está destruyendo tal vez mas rápido aún que las vidas), y si la gente se siente segura y recupera su vida cotidiana. Y probablemente si de desacopla después de dos siglos la noción de empleo de la de identidad, y si el valor de cambio se destierra como único principio de la coordinacion de acciones (Flores, Illich).
Recuperar la vida cotidiana no es volver al hiperconsumo depredador, ni mantener las desigualdades existentes, ni acunarse en una fiscalidad regresiva que permite acumulaciones insostenibles. Recuperar la vida cotidiana implica resucitar lo mejor que teníamos de la vida comunitaria, impedir que las dictaduras tecno-económicas actuales se trasmuten (o recompongan) en dictaduras políticas y tecno-científicas.
Nada mas descorazonador que un bonapartismo coronavirusero. Cuidemos las vidas, pero cuidemos el tejido social, cuidemos la economía solidaria y cuidemos a quienes nos quieren cuidar paternalistamente. Ya somos grandes.
Guía de lectura
Hemos leído centenares de artículos, papers y notas periodísticas sobre el coronavirus en los últimos dos meses (hay mas de 4.000 en este repositorio curado por Evgeny Morozov). Nos anoticiamos de que algo mal venía en camino cuando cursábamos nuestro seminario sobre Westworld a principios de febrero y lo documentamos. Cuando éste terminó 6 semanas mas tarde el mundo era otro y nosotros también.
Los artículos que hemos leídos son de variado tipo. Crónicas personales (que terminaron con En tiempos de contagio primer libro sobre la Pandemia de Paolo Giordano y en Pan(dem)ic!, COVID-19 shakes the world de Slavoj Zizek), diarios de la cuarentena como el que está llevando adelante Carlos Scolari, visualizaciones y gráficos de todo tipo en sitios emblemáticos como Visual Capitalist, o Information is Beautiful, un reloj en tiempo real de infectados y muertos, pronósticos acerca del mundo post-pandemia. Lo que quieran. A continuscion una decena de posts que nos parecen sumamente ricos en interpretaciones y complejidad.
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