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Ratones Knockeados. Jugando a ser dioses y la fetichización tecnológica

Las dos culturas

La distancia entre las dos culturas crece cada día aceleradamente. Las jergas se especializan, las divisiones entre las ciencias son cada mas mas numerosas y ramificadas, entender que esta haciendo un científico se vuelve cada día mas problemático. El divorcio entre los lenguajes se hace cada día mas profundo.

Lastima. Porque nunca la ciencia tuvo mas incidencia en la vida cotidiana que hoy. Una pena, porque nunca los científicos y los técnicos estuvieron mas abocados que en estos días a rediseñar nuestra cotidianidad. Una auténtica paradoja (pero bueno ya sabemos que vivimos en un mundo crecientemente paradojal, ambiguo y contradictorio), porque nunca mas que hoy necesitamos de los científicos para entendernos y ellos los científicos y los innovadores necesitan mas de nosotros, los consumidor, los pacientes, los clientes los del otro lado del mostrador, para resignificar sus aportes y para potenciar sus intuiciones.


Claro la brecha de las dos culturas exhibe grietas en algunos lados. Aparecen tanto los traductores como los divulgadores y periodistas científicos, los nativos digitales que a veces son polialfabetos en ciencia, humanidades y formas de comunicarlas, también hay un interés de los laboratorios por vender mejor sus productos y en esta ensalada de intereses bien y mal intencionados siempre aparece un tercero que tiende puentes donde todo parecía estar perdido.

Además cuando se trata de premios y abanderados, de promesas y de fondos otra vez se mezclan demasiado los puntos de vista y resulta casi imposible distinguir la paja del trío. En el caso mas mayestático que es el Premio Nobel (y no hace falta ejemplificar con los de Literatura y de la Paz que siempre son los mas hiperpolitizados) también la desconfianza puede mucho mas que la fe.

Eppur…

Mas allá de nuestro analfabetismo científico-tecnológico, independientemente de nuestra miopía frente a la multideterminación de los fenómenos no cabe duda que en casos como los de los Premios Nobel de Medicina (fisiología) y Física de este año, solo cabe rascarnos la cabeza y tratar de darle al pito, lo que el pito vale, porque fenómenos como la magnetoresistencia gigante (que hizo posible las memorias hipercondensadas de los discos duros portátiles y especialmente de los aparatitos MP3) y la cuestión del noqueo de genes que permite simular enfermedades son de una trascendencia tan grande para la vida cotidiana y afecta a tanta gente (sino a todo el mundo) que una excursión por sus márgenes es merecida y necesitada

Personajes desconocidos que hacen tanto por nosotros

Actualmente su curan enfermedades que eran o bien desconocidas unos años atrás o directamente eran inaccesibles a cualquier terapia disponible.Cada día nos estamos convirtiendo en semidioses y aunque nuestro desconocimiento de los detalles es aun enorme estamos por fin empezando a remediar los desordenes genéticos operando en escalas moleculares.

Lo que nadie sabía, empero, es que muchos de los enormes avances en el conocimiento del origen y desarrollo de enfermedades humanas que se realizan actualmente en todo el mundo fueron posibles gracias al trabajo de tres pioneros que descubrieron cómo eliminar o introducir modificaciones genéticas específicas en ratones de laboratorio: el italiano Mario Capecchi y los británicos Oliver Smithies y Martin Evans. Los tres ya comparten el millón y medio de dólares que entrega esta nueva versión del Premio Nobel de Medicina y Fisiología.

A medida que fuimos leyendo los comunicados oficiales, las notas periodísticas, las entrevistas y el rezumado del circo en que se convierte cada año la atribución nobélica se nos abrió un universo fascinante y al mismo tiempo esperanzador y potencialmente aterrorizante.

Lo que estos tres genios pusieron a punto fue la posibilidad de operar sobre los genes humanos y hacer modelos de enfermedades humanas en animales. Es decir un método para fabricar enfermedades en los animales para de este modo entender porque nos enfermamos y si eventualmente logramos curar las enfermedades inventadas por nosotros mismos en los bichitos, aprender de ese ir y a venir para arreglar las nuestras, disparadas hasta ahora por la Naturaleza o Dios, según a quien queramos apostar como el responsable de nuestras cuitas y desaguisados.

De técnicas y hallazgos

Como bien dice la excelente divulgadora Nora Bar hace algo más de veinte años, los trabajos de Capecchi y Smithies sentaron las bases para una técnica genética que utiliza la recombinación denominada «homóloga», en la que un gen deseado encuentra una secuencia de ADN idéntica u homóloga en el genoma del animal, e intercambia lugares con ella. Evans encontró el vehículo para que esas modificaciones se expresaran en todo el organismo: las células madre embrionarias.

La «receta» de Evans consistía básicamente en obtener células embrionarias de ratón, congelarlas, cultivarlas y luego volver a generar el ratón. «Esto permitió introducirle mutaciones y obtener ratones knock out [en los cuales un gen nativo es eliminado, al ser reemplazado por un gen defectuoso]

El trabajo de Evans, Smithies y Capecchi consistió en introducir porciones de ADN alteradas para observar los efectos de su expresión: la producción de una proteína enferma causante de enfermedades.

Publicadas a fines de la década del ochenta, las técnicas desarrolladas por Smithies, Evans y Capecchi pueden utilizarse ahora también para crear mutaciones genéticas en ratones y activarlas en momentos, tejidos u órganos específicos de la vida del animal. Los científicos ya han producido ratones knock out (en cuyo diseño debe invertirse alrededor de un año y medio, o 30.000 dólares or cada uno) con más de 10.000 genes mutados.

Más de 4000 genes del ratón -«seres humanos de bolsillo», ya que sus genes son idénticos en un 95%- han podido ser «noqueados». Esto permitió crear más de 500 modelos experimentales de enfermedades humanas, tales como afecciones cardiovasculares, neurodegenerativas, diabetes y cáncer. La industria biotecnológica ha basado gran parte de su progreso en este avance. Casi todos los aspectos de la fisiología de los mamíferos pueden ser estudiados mediante las técnicas de identificación de genes.

De estos y temas afines hablamos el pasado martes en la cátedra de Procesamiento de Datos. Empeñados como estamos en examinar las mil y una variantes de la tecnología como ficción instituyente nos parecieron ejemplos maravillosos para testear la hipótesis y al mismo tiempo relativizar al mismo tiempo tanto su entronización como su descarte facilista.

Pero nuestras fascinación por el diseño de animales (verdaderas quimeras), las potencialidades que esto supone para una redefinición de la noción de salud y enfermedad, y sobretodo el poder de las ciencias del diseño en la manufactura de la vida cotidiana, quedaron totalmente opacadas por las reacciones de los alumnos. Para ellos nada de esto los conmovió, ni les llamó demasiado la atención.

Será cuestión de estudiar un poco mas el porque. Casi consternados por haber escrito dos días seguidos estas editoriales light y apenado por el extravió de mi raqueta Prokennex (jugue con la vieja Prince de 27 años y fue un bochorno) les digo bye hasta mañana AP
Fuentes

Por Nora Bär El Nobel, para los creadores de ratones transgénicos

Guillermo Jaim Etcheverry Asombrosos ratones de diseño

Publicado enCiencia y TecnologíaDiseñoGenealogíasMetodologíaReveladoresVirtual/Artificial

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