Hace casi un lustro Michael Schrage -con quien compartimos una grabación en el Renacer 07– en Serious Play: How the World’s Best Companies Simulate to Innovate nos indicó una dirección de trabajo que de tan obvia da vergüenza reconocerla como una distinción novedosa. Se trataba del prototipeado, un ejercició de concresión de la imaginación a mitad de camino entre la idea platónica pura -el colmo de la abstracción- y la concrecón del concepto en una estructura física final.
Como bien nos lo recuerda diariamente Steve Jobs -él mismo un maestro en el arte/ciencia del prototipeado- citando el proverbio chino The Journey is the reward (y que fuera en 1978 una de las primeras biografía que le dedicara Jeffrey Young con este título). Sólo el proceso garantiza al producto. Rara vez -si es que alguna a nivel de la apropiación masiva- se garantiza que un producto cumpla ni siquiera una necesidad, sin haber pasado antes por la fase del prototipeado.