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Autor: Alejandro Piscitelli

Profesor Titular del Taller de Procesamiento de Datos, Telemática e Informatica. Carrera de Ciencias de la Comunicacion, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Profesor Escenario del Futuro UDESA. Profesor Universidad Nacional Tres de Febrero.

Los videojuegos en busca de sus teorizadores. Ian Bogost y Jesper Juul

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Primeras filosofías de los videojuegos existentes

Hace ya tiempo que descubrimos que los videojuegos no solo convocan multitudes y movilizan fortunas (como que el mercado que mueven ya se estacionó en alrededor de 35.000 millones de dólares anuales), sino que también están generando una enorme literatura teórica que sirve para pensarlos y pensarnos.

Ya en su momento hicimos referencia a las obras de Henry Jenkins, Mark J.P. Wolf y John Paul Gee, a las que hemos sumado hace poco a los trabajos mas de guerrilla cultural y de política y sensibilización disparados por Mark Prensky y Steven Johnson.

Pero ir por esos margenes puede hacernos perder de vista que en el ultimo año ha aparecido un conjunto de obras teóricas de altísimo nivel que bien pueden merecer la recepción como las primeras filosofías de los videojuegos existentes. Ya sea porque usan enfoques filosóficos, ya sea porque discuten filosofías, ya sea porque sus autores queriéndolo o no, voluntariamente o no, le han dado una hondura a sus aportes que los catapultan sin mayores esfuerzos a la sofisticación, la exquisitez y la capacidad de erosión propia del discurso filosófico en su mejor acepción

El escándalo como argumento. ¿Mao fue un psicopata igual que Stalin y Hitler, o no?

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Corsi e ricorsi de la historia

Lo mencionamos hace algún tiempo, pero el tema insiste porque en los corsi e ricorsi de la historia hay ciertos memes que recurren y que venden y otros no. No hay que rascarse mucho la mollera para ponerle nombre al fenómeno. Se trata del marketing del escándalo.

Pero cuidado no estamos coqueteando aquí con las huestes de Jorge Rial, ni con los nietos de Lucho Aviles. Cuando decimos escandalo no nos referimos a las bravuconadas de Sofovich defenestrando a una vedette de cuarta, ni a los circos escénicos del programa Intrusos donde infradotados de cuarta compiten para ver quien saca a premio al cerebro 0.

Hablamos, como es nuestro gusto, de escandalos intelectuales pero no tanto de los previsibles e intermitentes que remiten a plagios o a disputas personales por la primicia o la antelación, sino a un fenómeno aledaño pero bastante menos comprensibles cual es el azote a los caballos muertos.

Zaha Hadid y el maravilloso mundo de nuestro desconocimiento

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El océano de nuestro desconocimiento

El océano de nuestro desconocimiento es infinito. El mío, el de ustedes, el del canillita de la esquina. Hay tantas ciudades que nunca visitaremos y que solamente recorreremos cansinamente cuando aburridos y recién entrados a un avión revisemos el mapa. ¿Alguna vez alguien leyó que existiera una ciudad llamada Boise, Idaho?

Basta jugar con Google Maps para encontrarnos con miles de puntos en el mapa del que jamas tuvimos conciencia. Claro algunos se creen muy vivos porque pueden recitar las capitales de algún continente, pero son pocos los que siquiera oyeron nombrar las de la cincuentena de estados africanos y la de otras tantas de la cincuentena de paises de Asia.

Viajar patriciamente en Business Class y dando un rodeo inusitado para llegar a Bilbao

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Viajando en Business

No se cuantas veces habré viajado en avión, y menos aun cuantas al exterior. Pero seguramente desde que empezó mi ciclo internacional en 1969 con mi primer viaje a París, y siendo mas o menos conservador, debo ir ya por mas de un par de centenares de salidas al exterior. Porque si bien hubo años de viajes flacos con a lo mejor un solo vuelo, los hubo (y este es uno de ellos con 6 o mas viajes).

De ese maremagnum de desplazamientos solo en 3 ocasiones viaje en Business Class. Una fue muy reciente, se trato del regreso de Miami en Lan en diciembre del 2005. Antes había sido una ida a Madrid en Iberia en el 2002. En ambos casos porque el avión estaba sobrevendido y mi pasaje era carisimo.

Comprando mas libros en Boston

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La cosecha de libros nunca se acaba

Les puedo asegurar que la cosecha de libros durante el último viaje fue mas que preciosista. Porque me tenté con decenas de títulos que fui primorosamente depositando en la sección memos de la Treo, pero que luego no pasaron nunca al área de activación de gastos -afortunadamente.

Pero un puñado quiso venirse conmigo en la valija entre los que obviamente estaba el de Ulmer que reseñamos ayer. Ahora le toca a la admirable obra de Laura J. Miller Reluctant Capitalists : Bookselling and the Culture of Consumption. University of Chicago Press 2006.

Póquer de ases. 2 Estética de la emergencia

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El Caos en las Artes

Nuestra segunda estancia/descubrimiento de este puñado de autores desconocidos nos llevó a maravillarnos/entretenernos con Reinaldo Laddaga, un rosarino nacido en 1963, graduado de NYU, que actualmente es profesor en la Universidad de Pennsylvania, que alguna vez enseño en la UNR y que es el autor de dos obras muy peculiares como fueron «La euforia de Baltasar Brum» (1999) y «Literaturas indigentes y placeres bajos. Felisberto Hernández, Virgilio Piñera, Juan Rodolfo Wilcock» (2000), y que ahora movió el avispero con un inesperado texto cual es Estética de la emergencia, Colección Los sentidos, 2006.

Poquer de ases. 1 María con Marcel Duchamp en los trópicos

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El cazador de libros

Será porque estoy mas que entusiasmado con la autobiografía literario-profesional que escribió Jorge Herralde en El observatorio editorial. Será que hace mucho tiempo que me fascinan las sagas escriturales. Será porque cuanto mas me asomo a las pantallas mas me sigue fascinando el papel. Será por lo que deba ser o no será por nada. Lo cierto es que pocas cosas me dan tanto placer (bueno hay un par mas pero esas son bastante previsibles) como hacer cada tanto una caza de libros y encontrar autores nuevos, temas inesperados, hallazgos sorprendentes.

La inverosimil letania del no ser. Panelistas pasados por la maquina de decir trivialidades en la ciudad universitaria

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Participé hace un tiempito un panel. Debe haber sido la enésima en mi vida. En un panel se amontonan personajes, mas o menos conocidos y cada uno desgrana su discurso. Algunos son mejores oradores, otros sufren poco o mucho con lo que tienen que decir, otros sufren lo que tienen (tenemos) que escuchar.

Cuando se trata de un multitud, en este caso éramos seis ademas del moderador, que uso casi el doble del tiempo que cada uno de nosotros tuvo a su disposición, la sesión puede hacerse interminable. Y de hecho ésta lo fue.

Comprando libros en Boston

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Si ya lo se, ya hemos contado tantas veces esta saga que aburre. Ademas habiendo tantos gadgets y aparatejos, tanta ropa y tanto mobiliario maravilloso, tantas tentaciones (inalcanzables claro) seguir aburriendo con compras de libros en Europa y en USA podría ser un abuso a la paciencia de los lectores.

No estoy tan seguro. Por algún motivo Manuel Castells y Larry Gross, que están sacando un increíble Journal de Communication que solo saldrá en line y que ha invitado a un grupo selecto de editores (están Jennings Bryant, U. of Alabama; Susan Douglas, U. of Michigan; Oscar Gandy, Annenberg/ U. of Pennsylvania; Kathleen Jamieson, Annenberg/ U. of Pennsylvania; Robin Mansell, London School of Economics; Marshall Scott Poole, Texas A&M; N. Bhaskara Rao, Centre for Media Studies, New Delhi; Ellen Seiter, USC Cinema-Television y este servidor por la Universidad de Buenos Aires) empiezan tratando el tema.

Hablando «tímidamente¨de la Web 2.0

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Hace un par de semanas participamos del primer Foro de Ciudades Digitales, organizado por Prince & Cooke, con el objetivo de analizar proyectos y perspectivas en el ámbito de las tecnologías y su implementación a nivel de los gobiernos locales. Como en otras oportunidades me toco pronunciar la ponencia inaugural, titulada «Sociedad del conocimiento y ciudades digitales». Pero mas que de vaguedades empecé a hablar frente a públicos que no lo esperaban de Web 2.0. El resultado fue llamativo e interesante

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