Hubo un tiempo en que jugando el juego académico podríamos escribir larguísimas ponencias, incluso en algunos casos leerlas en público, tal como todavía hace algún ilustrado septuagenario. Mucho antes de que llegara el virus, nos habíamos anoticiado de las ventajas de la escritura concisa, los concepto precisos, y la necesidad de comunicar mucho con la menor cantidad de palabras posibles.
Hoy (mediados de abril) las tapas de todos los diarios del mundo están tapizadas con notas acerca del severe acute respiratory syndrome coronavirus 2 (SARS-CoV-2)
En el caso argentino toda la agenda pública instalada en infinitas conversaciones acerca de la obsesión del (no-pago) de la deuda (interna y externa) y de las posibilidades de hacer crecer a una país descreído, arruinado y desmantelado prevalecientes hasta los primeros días de marzo, se derritió como un helado (aunque la semana pasada volvimos hincarle el diente a ese hueso duro de roer).
La conversación que acapara casi todas las notas de las tapas de los diarios del mes de Marzo raya en lo esquizofrenizante tratando de contestar las preguntas mas básicas ¿porqué nosotros? (después de todo una pandemia acaece cada 100 años, la última fue la de la influenza en 1918), ¿porqué ahora? (cuando muchos insisten en que el capitalismo no tiene nada qué ver con lo que esta pasando), ¿cómo salimos de la cuarentena? (ahora que los médicos se han convertido en los legitimadores del poder político), y sobretodo ¿cómo sigue la película? (porque todos los actores de esta tragedia sabemos que no volveremos al pasado, pero nadie sabe si el futuro será para mejor (no hay muchos indicios), o si para peor (hay algunos indicios).
Estas apostillas estará incluída en el próximo número 85 de la revista Experimenta de Madrid
Hay muchas maneras de definir nuestra humanidad, buscando el adjetivo que mejor circunscribiría nuestro “diferencial” respecto de otros entes vivientes y/o sentientes (si es que hay alguna).
Por eso sucesivos pensadores y autores nos bautizaron como Homo Politicus (Aristóteles), Homo Sapiens (Biología), Homo Sapiens/Demens (Morin), Homo Faber (Scheler, Arendt), Homo Ludens (Huizinga), Homo Adorans (judeo-cristianismo).
La década de 1960 fue la segunda década prodigiosa del siglo XX. Previamente los roaring 20’s, o «Jazz Age» (años locos) fueron la primer década en tener un apodo: «Roaring 20s». Los locos años veinte obtuvieron su nombre de la exuberante cultura popular que definió a la década. Fue la década que creó un cambio político y social dramático, abrió la libertad para las mujeres, y masificó la apropiación de los avances en las ciencia y en la tecnología.
Carole Cadwalladr: Facebook’s role in Brexit — and the threat to democracy
Ya se han cumplido 50 años desde la publicación de una obra señera de un autor cuasi centenario (Edgar Morin cumplirá 99 años el próximo 8 de Julio). Si hasta la mitad de su vida Morin se había floreado con escritos politicos, confesiones personales, endechas sobre el cine y el star system, y hasta un diario de California (lo que no le impidió ser miembro de la resistencia y verse expulsado del Partido Comunista en 1952 por hereje), con la publicación de El Paradigma Perdido, la Naturaleza Humana. Ensayo de bioantropología (Seuil, Paris, 1969), daría un golpe de timón y se aproximaría a una filo-tercera cultura trandisciplinaria antes que la mayoría de nosotros.
Nos encanta hacer reseñas de los mejores libros leídos durante el año. Con tantos viajes, encuentros y publicaciones fabulosas que brotan cada año diciembre/enero son los momentos de pasar en limpio compras, regalos y pirateadas. No es que lo dejaremos de hacer, pero dos posts recientes de Jordi Carrión nos pusieron en un brete.
En el primero Un nuevo canon cultural en diez objetos, Jordi nos proveyó una lista no tradicional: una antología de objetos que conforman, en conjunto, el retrato de una época que ha borrado los límites entre la alta cultura y, por ejemplo, una historia de Instagram. Globalmente denominó a sus radiografiados como Objetos Culturales Vagamente Identificados (OCVI), e incluyó en el set a una visualización de datos, una campaña publicitaria, una lista de reproducción, un proyecto transmedia, una historia interactiva y varias mas.
Cerrando nuestro ciclo de pares inusuales la TESIS de esta entrega define que no podemos impensar nuestro presente, si antes no repensamos nuestro pasado. Y que está todo bien con nuestra valoración de lo colectivo y distribuído, pero en mas de una ocasión son entidades históricas/actantes delimitados las que ayudan a construir nuevos mundos.
Tiempo de Magos muestra que la filosofía importa cuando menos parece hacerlo. Que los héroes intelectuales dejaron su traza cuando los problemas del cotidiano insisten en la inutilidad de las ideas centenarias-demodées.
Nuestra biblioteca de papel (porque en la iPad ya nadan 1.000 títulos, casi todos posteriores a 2010) es inmensa. Y si bien no conserva los 127 mts lineales desperdigados en varios cuartos de otrora, ahora con sus mas de 100 metros alberga mas de 6.000 títulos (los sobrantes siguen aún en unas cajas que no terminamos de vaciar).
Hoy cuando todos son memes, viralidad, hipercomentario, paradoja sin fin en tiempo real, creemos estar viviendo en una nueva era de la información. Abusando de la sentencia papal según la cual no estamos viviendo una época de cambios sino un cambio de época (¿que querrá decir eso?), unos cuantos apuestan al sueño leibniziano mediado por supercomputadoras.
Como todo el mundo miente (en las encuestas y en la vida real como bien invemntaría Seth Stephens-davidowitz en Big Data, New Data, and What the Internet Can Tell Us about Who We Really Are), y solo las redes descubrirían nuestros gustos mas oscuros, creemos que una analítica cultural, y el uso hiperinteligente de los algoritmos revelará los sueños del futuro, y nos permitirá acceder por fin a las verdades indubitables y duraderas.